Puerto Cuaces, historia viva en clave militar

Las baterías de San Vicente ▶ Las instalaciones situadas en el paraje de Pedras Negras, uno de los grandes emblemas de O Grove, acogieron a lo largo del pasado fin de semana varias visitadas guiadas, incluidas en la programación del ‘Pinchanogrove’, y de las que pudieron disfrutar unas 150 personas repartidas en diferentes grupos
La capilla, los túneles o los cañones fueron algunos de los grandes puntos de interés de las visitas. J.C.
photo_camera La capilla, los túneles o los cañones fueron algunos de los grandes puntos de interés de las visitas. J.C.

Además de las vistas privilegiadas de la boca de la ría, el paisaje de Pedras Negras, en San Vicente, ofrece otros atractivos. Cualquiera que haya caminado por el paseo de madera ha centrado en algún momento su atención más allá de la verja que separa esta zona de tránsito con las instalaciones militares de Puerto Cuaces, donde  se hallan los cuatros cañones que todavía miran hacia el mar.

El pasado fin de semana, la insistencia de Alberto Figueiro tuvo premio. El organizador de Pinchanogrove, una iniciativa gastronómica a través de la cual se anima a degustar diferentes tapas en varios establecimientos hosteleros grovenses, apostó este año por enriquecer la programación con otras propuestas alternativas como conciertos musicales o monólogos. La más llamativa de todas es la realización de visitas guiadas para conocer parte de la historia de Puerto Cuaces. "Houbo que insistir, pero ao final  acadamos os permisos", explica Figueiro, que agradece la predisposición de las autoridades militares para permitir a 150 afortunados y afortunadas poder conocer este entorno de primera mano. Tal fue el interés suscitado que las plazas se agotaron en tiempo récord. "Apenas nun par de horas", explica.

La capilla, los túneles o los cañones fueron algunos de los grandes puntos de interés de las visitas. J.C.
La capilla, los túneles o los cañones fueron algunos de los grandes puntos de interés de las visitas. J.C.

Una vez se accede al interior de las instalaciones, los grupos de excursionistas son recibidos por el cabo primero Alejandro Lasén, quien, durante las dos horas que dura la visita, aporta un gran número de información, datos históricos y anécdotas de una manera que hace que esos algo más de 120 minutos se pasen en un suspiro. Para empezar, un poco de historia. Tal y como recuerda Lasén, el uso de baterías como modelo de defensa de sus costes data de 1863, si bien el proyecto comenzó a fraguarse de verdad a principios de los años 20. Primo de Rivera lo reactivó y Franco, con la Guerra Civil ya terminada, lo consolidó. 

Su ubicación estratégica y desarrollo hizo que en los años 50, en plena Guerra Fría, una superpotencia como los Estados Unidos reconociese que este sistema de defensa era uno de los más eficaces del mundo. Ninguna embarcación enemiga que asomase entre las baterías de Puerto Cuaces y Cabo Udra tendría oportunidad de ir muy lejos.

COMIENZA LA VISITA. La primera parada en la J-1, que es el nombre oficial de esta batería militar, tiene lugar en la explanada exterior para conocer la capilla de Santa Bárbara, la patrona. Allí, el día habitual de la misa siempre fue los sábados. A ambos lados del altar descansan en el suelo sendos proyectiles (reales), de 45 kilos cada uno.

De ahí, la expedición se traslada a uno de los edificios principales, donde se encuentra el comedor. El cabo primero Lasén adereza las explicaciones sobre los usos de las instalaciones con anécdotas y datos históricos. Cuenta, por ejemplo, que cuando se construyó el asentamiento el terreno estaba abandonado y que, con el tiempo, se fue ampliando. También se refiere a los exigentes trabajos que se realizaron para excavar y preparar los túneles, en los que aún hoy en día se llevan a cabo entrenamientos, y por los que había que transportar los proyectiles hasta los cañones. Para ello, los militares contaban con raíles y vagonetas (de las que todavía se conserva alguna).

Estas conexiones bajo tierra, que van a dar a los cuatro cañones, cuentan con algo más de 1.000 metros de extensión. Un kilómetro de pasadizos que imponen iluminados, pero que realmente impresionan cuando se apagan las luces. En ese contexto de oscuridad aún hoy se llevan a cabo los entrenamientos más exigentes. Una preparación dura, pero necesaria para estar listos para reaccionar en los peores escenarios.

Tras conocer algunos espacios interiores de los túneles, la visita continúa hasta uno de sus puntos fuertes: los cañones. Durante más de medio siglo, estuvieron operativos, hasta que quedaron en desuso en la década de los 80. Su enorme tamaño da una idea de su potencial, corroborada por el cabo primero Lasén. Con capacidad para lanzar cuatro disparos por minuto, los proyectiles podían alcanzar una distancia de 20 kilómetros, con lo que literalmente podían alcanzar las Illas Cíes desde su posicionamiento, manteniendo una velocidad de 900 metros por segundo. Teniendo en cuenta que las embarcaciones militares de la época tenían una capacidad máxima de 13.000 metros de alcance, una hipotética contienda estaba decidida ya de antemano, máxime teniendo en cuenta la espectacular precisión con la que eran capaces de dar en el blanco, como se corroboraba en las maniobras y entrenamientos periódicos que se realizaban de manera anual. 

La capilla, los túneles o los cañones fueron algunos de los grandes puntos de interés de las visitas. J.C.
La capilla, los túneles o los cañones fueron algunos de los grandes puntos de interés de las visitas. J.C.

VALOR MEDIOAMBIENTAL. Pensar que la actividad actual que los militares realizan en la actualidad en Puerto Cuaces se limita exclusivamente al ámbito de Defensa es un error. El trabajo de preservación y limpieza que hacen de las aproximadamente 20 hectáreas que forman parte de este terreno es digno de admirar. 

El guía de la visita recuerda que la zona pertenece a la Rede Natura, por lo que el respecto al espacio es máximo. El desbroce y el mantenimiento que se lleva a cabo en este ámbito resulta muy importante a la hora de prevenir incendios. Por la zona no resulta inhabitual encontrarse con conejos, jabalíes y faisanes. Sin olvidar en los túneles a los amos de la oscuridad: los murciélagos, totalmente inofensivos.

historia en imágenes. La última parada antes de poner fin a la visita es a la cantina, que también ejerce, a su manera, de máquina del tiempo. Allí, fotografías de diferentes décadas decoran las paredes. Son instantáneas en las que se pueden ver a militares en plena acción, realizando maniobras. Una incluso muestra uno de los disparos que, durante tantos años, hicieron resonar con su potencia los alrededores de San Vicente do Mar.

Pero no son imágenes lo único que se queda en la retina a la hora de entrar en la cantina, sino que también llaman poderosamente la atención, como si de un museo se tratase, de las pertenencias y objetos que allí se pueden encontrar, como modelos de armas, algunos de los cuales todavía están hoy en uso, y también una antigua radio.

Peculiaridades:
Túneles a pruebas de explosiones
La batería de Puerto Cuaces es una obra de ingeniería de primera nivel. Es algo que se destaca en varias ocasiones durante la visita guiada por parte del cabo primero.
Los túneles, por ejemplo, además de su pragmatismo para el transporte de los proyectiles, fueron diseñados también de manera que pudieron ser utilizados como polvorín, totalmente aislados de la humedad.
Además, su grosor y fortaleza les haría resistir explosiones o detonaciones.