Adiós a Gerardo Torres, genio y figura de una saga familiar fotográfica

El histórico fotógrafo sanxenxino Gerardo Torres dijo adiós en la noche de este domingo a su querido municipio a los 87 años
Gerardo Torres recibió una distinción de Ollares de Portonovo el año pasado a manos del alcalde. DP
photo_camera Gerardo Torres recibió una distinción de Ollares de Portonovo el año pasado a manos del alcalde. DP

El histórico fotógrafo sanxenxino Gerardo Torres dijo adiós en la noche de este domingo a su querido municipio, en el que retrató a cientos de vecinos y vecinas durante toda una vida dedicada a la fotografía, que asumió de forma profesional durante varias décadas, desde su antiguo estudio ubicado en pleno Paseo de Silgar.

Torres dejó con el corazón encogido a todo el ayuntamiento y, en especial, a la amplia comunidad fotográfica con la que siempre colaboró estrechamente, tras su marcha a los 87 años, después de convivir durante un tiempo con una enfermedad. Lo hizo justo cuando se cumple un año de recibir la Cámara de Oro, una insignia otorgada por la asociación Ollares de Portonovo, que el mismo Torres recogió en la pasada edición del premio de manos del alcalde, Telmo Martín, y que precisamente ayer celebraba en el municipio una edición más.

Entrañable, quizás un poco tímido, y con un corazón enorme, son algunos de los adjetivos que despierta su recuerdo entre el vecindario y también entre los miembros de la Asociación Ollares de Portonovo. Y, unido a ello, un enorme talento en el campo de la fotografía digital pero también analógica, que ya había heredado de su padre, el también histórico Gerardo Torres, que le precedió a él y a toda una saga de fotógrafos sanxenxinos, de entre los que Torres padre fue el primero en dedicarse a este oficio en el municipio.

Junto a su padre y hasta su jubilación, Gerardo Torres hijo asumió con pasión una herencia tan técnica como artística y vocacional, en el mismo estudio ubicado en uno de los edificios más antiguos del Paseo de Silgar, hoy en día reconvertido en un inmueble de pisos turísticos, pero que guarda en sus paredes el recuerdo de tantos y tantos retratos que el histórico fotógrafo tomó día tras día, año tras año, sin descanso y con dedicación. 

Hoy, el legado de Torres perdura en la pasión por la fotografía heredada por su hijo, Ángel Torres, quien como socio de Ollares de Portonovo y también miembro de su directiva, dedica parte de su tiempo, al margen de su profesión, a impartir cursos de fotografía con la misma pasión y talento que ya forma parte de una histórica y también hermosa saga familiar iniciada por los pioneros Torres.