Mani Fernández: “La vida es una carrera de obstáculos, hay que decidir con quién correrla”

Marcada por la muerte de su hija Cristina, a sus 54 años ha conocido el "verdadero" amor de pareja ▶ Ahora regenta Village Bakery, un pequeño local de desayunos en Vilagarcía
photo_camera Mani Fernández para Vida Salnés. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
Mi historia
Nazco en Santander, en Cantabria. Me vengo con 12 años para aquí porque mis padres son gallegos aunque mi abuela es cántabra y tenemos familia en Cantabria y en Galicia. Soy vilagarciana de adopción y amo esta tierra. Pero vine a una edad complicada, arrastrando unos quilos de más que al final te pasa factura porque no eres capaz de abrirte a los demás por miedo.  En aquel momento no existía la palabra “bullying” sino el rechazo, se metían contigo por tu aspecto físico. Cuando llego a Vilagarcía soy la mayor de cuatro hermanas y luego, ya instalados aquí, somos tres más, o sea, soy la mayor de siete: tres gallegos y cuatro cántabras. Seis mujeres y un hombre. Mi abuela se queda viuda y viene a vivir con nosotros. Y mi padre intentando sacar adelante una familia de siete. 

¿Cómo se vive en una familia numerosa?
Era una fiesta aquella casa. Mi padre le llamaba “villabraga”. 

¿A qué se dedicaba tu padre?
Tenía una empresa de calefacción y fontanería. Retornó cuando tenía una empresa en Santander con 70 empleados. Vino a ayudar a sus hermanos. 

¿Tu escuela en Vilagarcía?
Las Filipenses. Mi madre era antigua alumna. Yo venía de la Compañía de María en Santander.

¿Qué aprendes?
Aprendo el cambio. Repito un curso. Como estudiante era pésima y con la obesidad aprendo que la gente es muy cruel. Los niños me llamaban de todo: Ofelia, ballena, gorda...

¿Por qué Ofelia?
Porque la secretaria de Mortadelo y Filemón era Ofelia y era una bola en los cómics.

¿Cómo reaccionas?
Lo que pasa es que yo siempre he sido “de dientes”, es decir, yo sonrío. Luego lloro sola. Procuro que nadie me vea llorar. No me gusta que nadie vea mis debilidades. 

¿Quién te apoyó?
Mi madre porque me llevó a Santiago, a La Rosaleda. Ese fue mi primer vía crucis: dietas. Iba mi hermana Genma para engordar y yo iba para adelgazar. Parecía que yo me lo comía todo y era al revés. Hasta que me operé y me hice un bypass gástrico han sido muchos años con este derrotero.

¿Te funcionó lo de sonreir?
Cuando sonríes empiezas a cambiar esa visión. Siempre sabes que esa persona tiene la palabra exacta para hacerte daño, pero mi abuela siempre me dijo: “Corazón, no hace daño quien quiere, sino quien puede; si tú no dejas que eso te haga daño, no te lo va a hacer”. 

¿Y la imagen del gordo o la gorda feliz?
No hay un gordo feliz, hay un gordo con coraza. 

¿Cómo se supera?
La superación no la tengo ni ahora. Si hablas con mis hijas o con mi entorno te van a decir “está obsesionada”. Yo me metí en un quirófano para un bypass gástrico que salió mal y siete años más tarde me tuvieron que hacer una segunda. He perdido muchísimo peso, soy la mitad; pero nunca voy a encontrarme al cien por cien.

¿Secuelas psicológicas y físicas?
Sí, las psicológicas sabes cuáles son: que vas a estar lapidada. Físicamente, me peso todas las semanas y como suba 100 gramos al día siguiente estoy todo el día a infusiones. Y mi vida es hacer de comer, hacer galletas y dulces para todo el mundo. 

¿Por dónde te lleva la vida?
Después del instituto hago un ciclo de administración de empresas y trabajo de agente comercial. Me caso, tengo a mi primera hija, Cecilia, hermosísima, hoy trabaja conmigo. Después me quedo embarazada de Cristina, un parto complicadísimo. Todo bien hasta que cumple los tres meses. Primero fue al hospital de Pontevedra, luego me derivan a Coruña con una cardiopatía. La operamos, me dicen que todo va a salir bien, pero mi hija diez y siete días después de operarla fallece. La niña tenía una deficiencia congénita de la que había dos casos en el mundo.  Eso me hunde durante tres años. Cuando el siquiatra me dice que me va a dar una serie de pastillas yo le pregunto: “Cuando me tome todo esto, ¿mi hija vuelve?” Me dijo que era para que lleve mejor el dolor. Pero yo sabía que tenía que asumir que ella no va a volver y tengo que aprender a vivir con este dolor y con esta mochila: quien firmó un “no reanimar” fui yo. 

Mani Fernández para Vida Salnés. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
La cadena que le regalaron sus padrinos a Cristina. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Pero Cristina sigue contigo.
Uf! Es que Cristina es mi asignatura. Ella me enseñó que la ley de vida no existe porque ella tenía que enterrarme a mí, no yo a ella. Yo me cabreé con todo, me volví hasta atea. Pero cada vez que tengo un problema recurro a Cris. Algo hay. Tardé muchos años en poner esta cadena que le regalaron sus padrinos, tardé 21 años en ponerla. Mi hija la pequeña, Itzi, siempre me dice “mamá yo soy el bebé arco iris porque yo he llegado aquí para que tú dejes de llorar por Cris”.

¿Cuándo llega Itzi?
Cinco años después de nacer y morir Cris. No fue buscado. Me impactó muchisimo cuando me la enseñaron porque era igual fisicamente a Cris. La misma cara. Y yo estaba obsesionada con que le miraran el corazón.

Y luego tu familia se acaba.
Decido tirar yo sola para adelante y me separo sin nada, y con dos hijas a cargo... Yo no soy quien para perdonar. Olvido. La vida le da a cada uno lo que es de cada uno y a mí me lo está premiando ahora. 

¿Por qué entras en política?
De la mano de Miguel Ángel González quien era director del Instituto de Carril. Dejé de trabajar con mi padre porque me pasaba el día buscando cardiopatías y no podía trabajar en una oficina. Me cojo un año y aparece Miguel Ángel que me dice que sabe lo que me había pasado y que sabe que estoy por el asociacionismo —porque estaba de presidenta de la Asociación de Mujeres Rurales de Trabanca-Sardiñeira... Luego, desafortunadamente, llega el tema Prestige y Nunca Máis y le da un infarto. 

Pero fuiste concejala.
Fui concejala durante tres años. No llegué a acabar la legislatura, me marché cabreadísima. El señor Tomás Fole se portó muy mal conmigo, me pide el acta de “concelleira” por haberme quedado embarazada. Me dijo “yo lo hago por ti, porque tienes que cuidar a tu hija porque ya se te murió una”. 

¿Cómo reaccionas?
Dije que me marchaba. Pude haberme ido al grupo mixto y no lo hice. No soy buena política. Yo creo que se equivocó Tomás y le pasó factura a la larga.

¿Cómo llegas al mundo empresarial?
Para dejar de hacer 60 mil kilómetros al año, que es lo hacía en mi aventura de Thermomix. Por muy buena vendedora que seas no percibes un sueldo, sino una comisión. Entonces decidí empezar con un catering porque me gustaba la cocina. Mi madre es una excelente cocinera, y mi tía Mercedes de Santander, y mi prima es chef... algo me ha tocado a mí.

¿Cómo empiezas con tu local?
Quería abrir un local que tuviera más entradas de dinero que una sola. Y pensé en hacer un concepto de desayunos. Village Bakery es un local pequeñito que va muy bien, llevamos cinco años y medio luchando. He intentado hacer un horario que sea flexible para la gente que trabaja en hostelería y, despues de la pandemia, decido que voy a abrir sólo de mañana.

Mani Fernández para Vida Salnés. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
Mani Fernández con alguna de sus creaciones de Village Bakery. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

¿Te sientes emprendedora?
Por encima de todo. Tengo una cabeza llena de tormenta de ideas. Marcos, mi pareja, me dice que no soy capaz de desconectar ni cuando estamos de vacaciones. 

Entonces has tenido tiempo para rehacer tu vida afectiva.
Un día viene este señor por el local y me dice que vio un video mío haciendo una pera en hojaldre con thermomix y a mí me salió mi espíritu de vendedora. Pero nos enamoramos de la noche a la mañana. Nunca me sentí más protegida que cuando me abrazó ese hombre en la playa de Pradeira en Sanxenxo. Y ahora a casarnos.

¿Con tus tartas?
Hai tarta, pero no me están dejando hacer todo lo que quiero.

¿Fue fácil regresar al amor?
Sí, pero yo no soy fácil. Quedamos para tomar un café y para venderle la máquina. Empezamos a las seis de la tarde con el café y eran las diez y media de la noche y seguíamos hablando ¡Teníamos tantas cosas en común y tantas cosas que nos faltaban! Me daba esa calma que necesito. De hecho tengo un tatuaje que pone calma que me hice después de conocerlo a él.

¿Encontraste tu verdadero amor?
Después de conocer a Marcos, me he dado cuenta que el amor es otra cosa. Ahora sé lo que es el amor. A los 54 años descubro lo que es el amor de pareja.

TEST DE VIDA

¿Una palabra?
Familia.
¿Un lugar?
Village Bakery, mi nido.
¿Una persona?
Mis hijas, mis padres, Marcos.
¿Un personaje?
Mi padre, Agustín, porque me ha enseñado que los silencios muchas veces son más importantes que las palabras y que si quieres, puedes.
¿Alguien importante?
Mi equipo: Jenny, María José, Ceci y mi hermana Paula que a veces también está de extra. Sin ellas no podría sacar adelante el bakery.
¿Un objeto?
La medalla de Cris que pone: “yo te cuidaré”.
¿Una herramienta?
Un rodillo.
¿Alguien imprescindible?
Ahora mismo, Marcos.
¿Qué es la vida?
La vida es una carrera de obstáculos. Tú decides con quién la vas a recorrer y cómo. Y vas a aprender de lo malo y disfrutar de lo bueno, pero es todo cuestión de actitud. Eso es la vida.