Creadoras de joyas con olor a mar

La colareira Marisa Triñanes en la Illa da Toxa. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera La colareira Marisa Triñanes en la Illa da Toxa. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Hablar de algo típico de O Grove es hablar de sus colareiras, mujeres que, desde hace más de un siglo, han convertido una infinidad de conchas de las playas de O Salnés en verdaderas obras de arte. Sus puestos cargados con elementos de bisutería que aún conservan el olor a mar despiertan la curiosidad de miles de turistas cada año y conforman la postal por excelencia de la Illa da Toxa.

¿Pero cuál es el origen de este oficio? La construcción del emblemático hotel balneario y el auge del turismo en la isla grovense propició que las mujeres locales se las ingeniaran para ganar dinero vendiendo collares hechos con conchas. El éxito de este nuevo negocio hizo que la costumbre se fuera extendiendo entre las familias del municipio, lo que provocó que, durante años, rara fuera la casa que no tuviera bajo su techo alguna colareira.

Durante generaciones, las niñas de O Grove aprendieron desde bien pequeñas la labor de confeccionar collares con conchas. Una de ellas fue la artesana Montse Betanzos, quien lleva con orgullo ser la tercera generación de colareiras en su familia. Cuenta que "con este oficio nacimos y convivimos varias generaciones", y aunque ella ya no vende en la Illa da Toxa, su trayectoria profesional y su presente beben de la filosofía de las colareiras.

Quien sí se mantiene en uno de los puestos de la isla grovense es Marisa Triñanes. Esta colareira lleva desde los 18 años en el oficio y a sus 57 todavía asegura sentirse completamente enamorada e ilusionada con lo que hace. Después de sus dos primeros años vendiendo bisutería hecha con conchas, Marisa emigró a Suiza, donde estuvo viviendo seis años hasta que decidió "volver á terra, onde sentín que tiña que estar". Y donde continúa en la actualidad.

Collares con conchas
Collares con conchas. J.L. OUBIÑA

Aunque muchas colareiras solo venden en verano, la época álgida para el turismo, Marisa es de las que no deja el puesto en todo el año. "Estou alí todos os días, excepto cando libro, porque tamén hai que vivir. Somos cinco grupos e nos turnamos", explica Triñanes. La organización de las colareiras la lleva el Concello de O Grove, que cuenta con un registro de las licencias vigentes. Según trasladó el Gobierno local a Diario de Pontevedra, actualmente hay concedidos 61 carnets de colareira y 58 de ellos activos.

El trabajo de una colareira, no obstante, no se reduce al puesto. Comienza mucho antes con la recolección de las conchas que, una vez reunidas, hay que dejar secar, limpiar, pulir y clasificar. Montse Betanzos apunta que algunas "no necesitan ningún retoque" para crear la pieza de bisutería. Así, con cada confección varía el proceso, pero lo que siempre se mantiene es que "todo se fai de maneira manual", apunta Marisa.

El proceso es laborioso y, según lo define Triñanes, "é un pouco esclavo, quítate de facer moitas cousas porque sempre estás pensando nos collares que tes que facer". Aún así, la colareira cree que "non hai que mirar polo duro, eu sempre digo que prefiro estar no posto que nunha fábrica ou nun hotel" y asegura que el típico de O Grove es "un oficio precioso, moi creativo e que che obriga a exercitar a mente".

Relevo generacional

En relación al futuro del oficio, ambas artesanas ofrecen dos visiones muy distintas. Montse Betanzos, por su parte, siente que esta tradición se está perdiendo. Considera que "no hay relevo generacional, porque durante muchos años dejó de formarse a las jóvenes" y asegura que el de las colareiras de O Grove "ha sido un oficio muy maltratado, tanto por las colareiras como por las administraciones, siempre se consideró un trabajo menor".

Marisa Triñanes, en cambio, asegura que este no es el caso particular de su familia, donde sí continúa muy viva la tradición. No obstante, admite que el número de colareiras baja cada año: "Cando eu empecei eramos sobre 150, agora quedamos pouco máis de 50; hai mulleres xóvenes e outras un pouco máis maiores". La colareira señala como causa los trámites necesarios para vender en la Illa da Toxa, un proceso que "non é tan fácil como antes, agora temos que pagar a cuota de autónomos, por exemplo".

De cara a los clientes, tanto Betanzos como Triñanes coinciden en que la bisutería hecha con conchas sigue fascinando a los turistas. Montse asegura que ha habido un cambio de chip y ahora se valoran más las creaciones, pero siente que "como hubo un salto generacional en cuanto a la formación, ahora es tarde".

De trabajar en una oficina a llevar la tradición de O Grove de feria en feria

Aunque hace años que no se pone al frente de un puesto en la Illa da Toxa, Montse Betanzos continúa considerándose tan colareira como las demás, ya que su relación con esta práctica empezó incluso desde antes de nacer. Su bisabuela, que era redeira, confeccionaba este tipo de bisutería de forma puntual, pero fue su abuela quien adoptó de lleno el oficio, se lo pasó a la madre de Montse y esta, a su vez, a su hija.

Montse obtuvo la licencia para vender en A Toxa con 14 años, lo que la convirtió en la colareira más joven del momento. Al principio solo vendía durante los veranos, ya que nunca dejó los estudios de lado. Betanzos fue a la universidad y acabó trabajando en una asesoría, un empleo que no la hacía completamente feliz: "Me veía encerrada en una oficina, frente a un ordenador y todo el día colgada del teléfono. Envidiaba la libertad y la creatividad con la que vivía mi madre, veía que la suya era una vida más enriquecedora".

Fue por esto y por las dificultades de conciliar la maternidad con el trabajo por lo que, a los 40 años, Montse cambió la oficina, el ordenador y el teléfono por la bisutería, las conchas y su puesto en la Illa da Toxa. Allí se mantuvo, recuperando su esencia colareira, hasta que decidió dar un paso más. Betanzos volvió a ser pionera y se convirtió en la primera del oficio grovense en obtener la carta de artesana de Galicia. Registró su taller ubicado en la escalinata de Confín, en O Grove, y así fue como, en 2011, dio vida a su propia marca: Montse Betanzos.

Montse Betanzos en su taller de O Grove. J.L. OUBIÑA
Montse Betanzos en su taller de O Grove. J.L. OUBIÑA

Junto a su madre, que desde hace 13 años la ayuda con el negocio, confecciona y vende sus productos a través de su tienda online y en diferentes puntos de venta de Galicia y Madrid. Pero además de trabajar en el taller, madre e hija pasan el año de feria en feria, eventos que suponen el groso de su negocio. Betanzos ha participado en ferias de artesanía por toda España e incluso fuera del país, llevando la esencia de las colareiras de O Grove por Europa.

Además de la típica bisutería -collares, pendientes, pulseras o anillos-, en la tienda de Montse Betanzos también se pueden encontrar bolsos, sandalias y sombreros que cuentan con detalles con conchas. La búsqueda de estos materiales lleva a toda la familia a realizar jornadas de recolección por playas de toda Galicia, y según ella misma explica "tal y como lo hacían nuestros antepasados". El origen de las conchas, además, a veces le sirve para bautizar las colecciones. 

Para confeccionar sus piezas, Montse suele inspirarse "en la naturaleza, pero otras veces simplemente voy encajando las conchas como un tetris hasta que encuentro un diseño que me gusta. Mi objetivo es hacer cosas distintas". Pero lo que no cambia es que "nunca hago boceto, todo me surge en el momento y de cabeza".

En la actualidad, Montse se siente "encantada y con una satisfacción enorme" por haberse atrevido a dar el paso de luchar por su libertad laboral y por la vida que realmente quería vivir. Su mayor orgullo, así mismo, es la aceptación de sus vecinos: "Considero mi gran logro que la gente de O Grove vea en nosotras una compra, que piensen en mis productos para hacer un regalo".