Y se hizo realidad. Parecía un sueño cuando las redes sociales comenzaron a arder hace varias semanas con el sorpresivo anuncio de un concierto del rey de la bachata en Galicia, y se incendiaron más si cabe con el repentino cambio de ubicación del evento a Sanxenxo. Ya durante las horas previas del mediodía, las colas para verle por fin en directo en las Rías Baixas rebasaban el límite de lo imaginable en una ubicación normalmente tranquila como es el parque empresarial de Nantes y los nervios contenidos entre los aproximadamente 9.000 asistentes se palpaban en el ambiente tras un mar de sombrillas que hacían guardia a las puertas del concierto, y que ya entonces se contaban por cientos.
Ya por la tarde, mientras en la Autovía do Salnés empezaban las retenciones, que llegaron a ser de un kilómetro a medida que se acercaba la hora, el tsunami de la apertura de puertas caldeaba el ambiente en los puestos de comida y bebida, que marcaron un triunfo más en el festival Costa Feira, en medio de una actividad frenética amenizada por el DJ preconcert, que sirvió de alfombra roja a lo que estaba por llegar.
Apenas una intro y las miradas se clavaron en el escenario. Con chaqueta blanca, impoluta, y gafas de sol, aunque con una hora y media de retraso, ascendió de la nada acompañado por una banda de 12 músicos que dejan muy atrás los tiempos de aquella banda de cuatro amigos formada en el Bronx (New York). Aunque la esencia de Aventura nunca le ha abandonado y fue, también en Sanxenxo, una puerta abierta para conectar con aquellas generaciones de jóvenes de principios de los 2000 que hoy todavía se descubren tarareando Obsesión, y para contagiar de ritmo latino a las nuevas, revalidando el trono de la música surgida en el barrio y bañada por los ritmos caribeños que han hecho posible que hoy Romeo Santos sea el nombre de una estrella consagrada 20 años después de su aparición en escena.
A pecho descubierto y consciente de llevar sobre la cabeza esa corona ficticia que deslumbra allá donde va, el rey de la bachata hizo toda una demostración de poder desde las primeras frases de El pañuelo, grabada junto a Rosalía, pasando por Eres mía o Cancioncitas de amor que, con aquello de "yo por amor escalé muchas montañas sin temor a una avalancha y me caí [...] que mueran las novelas de amor" impregnó de sensibilidad el recinto, ya en aquel momento totalmente rendido a la voz acaramelada de Romeo, que el artista neoyorkino viene de pasear por toda Europa como una de sus señas de identidad más características.
Inmortal, Bebo o Imitadora fueron algunos de los temas con los que Romeo desplegó todo su arsenal de sensualidad, adornado por una voz dulzona, en todo un recorrido por lo último de Aventura y lo más reciente de sus últimas canciones en solitario, que marcaron la primera parte de un show de dos horas con el amor, el desengaño y la melancolía como artistas invitados.
El farsante (su colaboración con Ozuna), o X si volvemos (ft. Karol G) fueron el preludio perfecto a la explosión de coros que acompañó, desde el público, a la eterna y esperada Noche de sexo, una de las obras cumbre de Aventura ft. Wisin & Yandel que ya ha pasado a la posteridad millenial, en la que el rey de la bachata abandonó el tono azucarado del espectáculo para pasar a la acción. Bastó un "Hola, ¿qué tal?, soy el chico de las poesías" para que el recinto vibrase, sellando ya en ese preciso momento el triunfo de la despedida de la gira europea de Romeo Santos.
Pero al rey del ritmo latino todavía le quedaban cartas por jugar. Suegra, con su despliegue de tópicos de tinte anticuado, La boda, un canto a la ternura y a la nostalgia del amor adolescente con ramalazos de ira, y el fenómeno dosmilero Ella y yo (ft. Don Omar), con sus celos, infidelidades y amistades rotas acabaron por conquistar, más si cabe, los miles de corazones nostálgicos que acabaron por explotar al ritmo de Obsesión, el perfecto broche de oro que, a su vez, fue el mejor pistoletazo de salida a la fiesta after concert que despidió, desde Sanxenxo, la gira por Europa del rey de la bachata, como no podía ser de otro modo, a las "cinco de la mañana".
