Javier Sagarna: "El humor es algo que duele"

A los Sex Pistols les dedica Javier Sagarna su nueva novela. "Por su God Save the Queen y porque el punk me cambió la vida". El escritor, veraneante en las Rías Baixas desde niño, reconoce que le gustaría que el auténtico emérito leyese su novela. "Estoy seguro de que le haría gracia"

El autor y director de la Escuela de Escritores, Javier Sagarna, posando con su novela en Pontevedra. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera El autor y director de la Escuela de Escritores, Javier Sagarna, posando con su novela en Pontevedra. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Una sátira de un personaje que se la merece, dice Javier Sagarna (Madrid, 1964) que es El misterio del emérito en el emirato, su última novela. El autor, veraneante desde niño en las Rías Baixas, "desde que mis padres me trajeron por primera vez con 11 años", pasa estos días en O Grove con su familia. "Me unen lazos afectivos muy fuertes con todo esto", confiesa. "A ver si en otoño puedo venir a presentar la novela". Director de la Escuela de Escritores y presidente de la Asociación Europea de Programas de Escritura Creativa, el autor coordina, cada semana, desde hace 16 años, en La ventana, de la Cadena SER, un concurso de microrrelatos. "Tenemos una participación brutal con una media de 800 relatos cada semana. Es maravilloso. Revela el enorme deseo de escribir que tiene la gente y el hecho de que muchas personas no se dan el permiso suficiente para hacerlo. Nos hace muy felices haber creado esta pequeña cantera".

¿No se le pasó por la cabeza ambientar su novela en Sanxenxo?
Lo dejo para la secuela (ríe). Esta vez la historia sucede en los Emiratos Árabes, aunque Sanxenxo está muy presente. Porque es la gran aspiración del viejo rey, su gran añoranza.

¿Qué ha escrito, un thriller o una sátira?
Un thriller satírico. Mi intención era reproducir el esquema básico de una novela de detectives: un muerto, varias pistas, muchos sospechosos y una investigación. Con ese molde empecé a darle vueltas al que podría ser mi detective. De repente se me ocurrió. No deja de ser también una tradición usar grandes nombres para estas historias. Ahí están Abraham Lincoln, cazador de vampiros o la reciente detective Angela Merkel. En cuanto tuve al personaje me di cuenta enseguida de que podía desarrollar una sátira. Así que me ha salido una trama detectivesca súper divertida y enredada y, al mismo tiempo, una sátira de un personaje que se la merece y al que, por otra parte, tengo bastante cariño. Creo que estos sentimientos encontrados hacia él son compartidos con todos los que nos hemos criado pensando que era la maravilla embotellada. Hoy sabemos que es de todo menos una figura admirable. Pero algo queda de aquella simpatía por el campechano. 

Un escritor pontevedrés, Rodrigo Cota, escribió en 2012 una novela del mismo corte que la suya, El inaudito secuestro de Mariano Rajoy. Sin embargo, no muchos escritores se atreven con el humor a la hora de enfrentar el tratamiento de una historia.
Y eso que hemos tenido grandísimos humoristas. Mira Quevedo; mira Gómez de la Serna. La tradición está ahí, pero ciertamente en España tenemos esa idea de que la literatura tiene que ser seria, realista y llorona. Yo creo que no. Al contrario. Reivindico el humor. En un país donde la libertad es una cosa de los últimos tiempos, por decirlo de alguna manera, el humor costaba caro. Y, de hecho, le ha costado caro a muchas personas. En cuanto explicas que vas a hacer algo humorístico es casi lo primero que te advierten, a ver si te vas a meter en algún lío. Reírte está como mal visto. Sin embargo, yo defiendo que el humor es una de las grandes herramientas que tenemos las personas, no solo literariamente, sino como medio de expresión. Pongamos por caso la mala fama que tiene el humor negro, pero quién no se ha reído en un funeral. Al final, el humor es una válvula de escape. Y nace de la rabia. Es una forma amable de decir cosas que a uno le enfadan. Por eso es quizás que el humor es algo que duele y que cuesta. Por eso en una sociedad como la nuestra, que yo siempre digo que es una sociedad asustada, a la gente le cuesta el humor.

Cota decía que Rajoy era un personaje muy fácil de caricaturizar. ¿El rey emérito también?
Es una caricatura con patas. Esa famosa campechanía es muy caricaturizable. Pero insisto, yo aquí he tirado de imaginación. No me he dedicado a hacer historia. No creo que haya un solo hecho verídico en esta novela. Me he dedicado a exagerar y a caricaturizar.

¿Le gustaría que el auténtico emérito lo leyera?
Me encantaría y además estoy seguro de que le haría gracia. Bueno, no puedo asegurarlo al cien por cien porque no le conozco, pero digamos que a su imagen pública le haría gracia.

"Dicen que el talento no se enseña, pero yo no estoy seguro del todo. Desde luego, lo que se puede es cultivar. Si no, se mustia"

¿No teme una llamada de la Casa Real o del CNI?
Para nada, pero mucha gente a mi alrededor sí la temía cuando estaba escribiendo. Incluso yo mismo alguna vez, porque hay que reconocer que toda esta gente parece un tanto intocable. Pero no, qué va, aquí no hay nada interesante en ese aspecto. De cualquier manera, por si acaso, se la he dedicado a los Sex Pistols.

Le iba a preguntar precisamente por esa dedicatoria.
Por una parte, está ahí precisamente por eso de lo que estamos hablando: si los Sex Pistols pudieron hacer God Save The Queen, ¿no voy yo a poder hacer esto? Por otra, y fundamentalmente, se la dedico porque, con 15 años fui a Inglaterra; conocí el punk; escuché a los Sex Pistols; me puse el pelo para arriba y me cambió la vida. Esa parte gamberra, destrozona, juguetona e iconoclasta que tiene el libro, de alguna manera, se la debe a los Sex Pistols.

"En España tenemos esa idea de que la literatura tiene que ser seria, realista y llorona"

Se da cuenta de que uno lee una novela del director de la Escuela de Escritores con el bolígrafo rojo en la mano.
Soy plenamente consciente de ello. Pero para mí la dirección de la escuela y la escritura son dos facetas diferentes. Es decir, yo soy escritor en mis ratos libres. Y ahí me suelto y me doy libertad absoluta. Mi novela no puede ser un monumento a la buena escritura porque yo sea el director de la Escuela de Escritores. Esta es una novela de Javier Sagarna, no del director.

Se puede aprender a escribir, pero ¿a ser escritor?
Ser escritor, sobre todo, es un deseo. A partir de ahí entran en juego dos elementos: técnica y talento. La primera es la que se puede enseñar. No lo puede discutir absolutamente nadie. Lo otro dicen que no, aunque yo no estoy del todo seguro. Y, desde luego, lo que se puede es cultivar y potenciar, hacer crecer. Porque si no se cultiva, se mustia. Hay que darle alimento.