El progresivo abandono del medio rural, la falta de control poblacional de algunas especies cinegéticas y el efecto de la pandemia, que ha provocado que los animales pierdan el miedo y se adentren en zonas urbanas, ha causado un importante aumento de los accidentes de tráfico con animales implicados.
De hecho, el número de siniestros de este tipo se ha duplicado en los últimos cinco años. Así lo refleja el estudio Animales en la carretera: Un peligro mortal. Accidentes contra animales en las carreteras españolas (2017-2021), elaborado por Línea Directa Aseguradora. Según este informe, "estos siniestros son cada vez más graves y complejos, ya que el coste medio de las indemnizaciones por daños corporales se ha incrementado un 104% entre 2017 y 2021 frente al 13,6% de los accidentes comunes. Esta complejidad también alcanza a las reparaciones de los vehículos, 2,4 veces más caras que las de un golpe normal, y a las gestiones, un 38% más lentas".
En la provincia de Pontevedra, los animales causaron el 0,4% de todos los accidentes de tráfico que se registraron en los últimos cuatro años, un porcentaje que coincide con la media estatal. Este territorio ocupa, de hecho, el puesto 37 entre todas las provincias españolas, siendo las Rías Baixas las que mejores datos arrojan en Galicia.
Lugo (donde los animales causan el 3,1% de los accidentes viales) ocupa el puesto número 8 y Ourense (donde la proporción es del 2,7%) ocupa el 10, mientras que A Coruña (con un 0,7%) se queda en el número 27 del ranking estatal.
Tal y como señala el informe de Línea Directa Aseguradora, la velocidad a la que se circula por carreteras interurbanas y el peso y la envergadura de los animales atropellados provoca que muchos de estos golpes sean violentos y peligrosos. Suelen suceder en entornos rurales, de noche (61%), en fin de semana, en otoño (34%) y con jabalíes o perros como protagonistas. En cuanto al tipo de vía, dos de cada tres siniestros de este tipo ocurren en carreteras convencionales (64%), aunque en los últimos cinco años se han multiplicado por tres en las zonas urbanas y ya suponen el 22% del total.
Ese porcentaje ha ido bajando desde que hace ocho años se aprobó la Ley 6/2014, que traslada la responsabilidad de los siniestros con animales cinegéticos al conductor, que, salvo en casos muy concretos, no puede reclamar al coto por los daños sufridos. La normativa solo permite exigir responsabilidades si el accidente es consecuencia directa de una acción colectiva de caza mayor en el mismo día o doce horas antes del golpe o porque la carretera no esté vallada o señalizada.
Si el accidente sucede contra un animal doméstico, el Código Civil señala que los dueños de este serán los responsables de los daños que cause, aunque el problema es que muchos están abandonados o carecen de identificación. Solo el 40% de los automovilistas cuentan con seguros que cubren estos daños.
