Septiembre de melancolía, balance y volver a empezar

Cada día son más los que se van de vacaciones tras la temporada álgida y el balcón de las playas de Sanxenxo está siempre abierto
Imagen de la emblemática playa de Silgar en Sanxenxo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Imagen de la emblemática playa de Silgar en Sanxenxo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Plantamos la toalla en la playa a última hora de la mañana en Silgar, cuando el sol se encuentra en el centro del cielo. Apenas hay huellas en la arena, el sonido de las olas lo abarca todo y el primer chapuzón nos cambia el metabolismo. Resurgimos.

Luego llegan los paseos, los juegos, las conversaciones, mientras el arenal empieza a ser ocupado paulatinamente, y cuando nos damos cuenta tenemos vecinos por los cuatro costados. Comienza la algarabía, que se prolonga hasta última hora de la tarde.

El sol se aproxima al horizonte, se inicia la desbandada. Poco a poco se van recogiendo toallas, palas, flotadores, bolsas y demás enseres, y es el turno de las gaviotas, que vienen en busca de la pitanza. La luz oblicua resalta los miles de huellas que quedaron en la arena. Unos pocos aguardan para ver como dice adiós lorenzo.

Desde hace unos años aumenta el número de personas que apuestas por coger las vacaciones en septiembre: evitan los atascos, pero cuentan con menos horas de luz, que no de calor, porque el cambio climático está reformando los esquemas meteorológicos.

Pero todavía no tuvimos tiempo para asimilar el cambio de tendencia y septiembre tiene un rastro de melancolía: es el momento de adaptar los horarios para aquellos que tienen hijos en edad escolar y de aprovechar cada día libre exprimiéndolo al máximo, porque toca aguardar un año.

No obstante, tanto en las doradas y suaves tardes de otoño como en las luminosas jornadas veraniegas, los grises días de invierno o las irregulares sesiones que nos depara la primavera, el balcón de cualquiera de las numerosas las playas del municipio de Sanxenxo está siempre abierto para el paseante, el soñador, el deportista, la pareja romántica, el observador de aves. Y es gratis.