VIDA SALNÉS

Mariano Ibáñez: “De cuando veía recuerdo el color azul”

A los 12 años empezó a perder la visión por un accidente jugando al frontón ▶ En el año 61 llegó a Vilagarcía para vender cupones 
photo_camera A los 12 años empezó a perder la visión por un accidente jugando al frontón. En el año 61 llegó a Vilagarcía para vender cupones [VÍDEO: JOSÉ LUIZ OUBIÑA y EDUARDO DE LA PEÑA]
Mi historia
Nací en un pueblo de la provincial de Palencia que se llama Valdespina. Empecé a perder bastante vista cuando llevé un golpe jugando al frontón. Tenía 12 años. Fui al oculista y me dio unas gotas. Y resulta que iba perdiendo cada vez más vista hasta que la finada de mi madre me llevó a Valladolid a un oculista que consultaba dos veces a la semana allí, a donde iba desde Santander. El oculista se sorprendió al ver mis ojos y dijo que estaba muy mal. Dijo que tenía todo quemado y nos preguntó qué nos había recetado el oculista de Palencia y al enseñarle la receta resulta que no servían, al contrario, me lo había abrasado todo. 

Luego me comunicaron que me podía afiliar a la ONCE. El 28 de junio de 1955 me afiliaron a la organización y en septiembre fui al colegio de la ONCE en Pontevedra, Campolongo. Allí estuve tres cursos y otros tres en Madrid.

En un examen en Campolongo, me tocó hablar de la Biblia y se me ocurrió decir que lo de los 40 días y las 40 noches lloviendo y el arca de Noé y los animales no me encaja. Y dije yo que no podían caber todas las especies en el arca. En el 1956, cuando llegué al colegio en septiembre, llovió todo el otoño, y en el invierno y en la primavera, y en junio, por San Juan, seguía lloviendo y dije yo que aquí apenas hay charcos. Se echaron a reir, pero el director del colegio me suspendió la asignatura de religión y me castigó 15 días sin recreo y sin merienda. Después en Madrid ya había otra gente y lo pasé bastante bien. Es más, en la ONCE en Madrid conocí a quien es mi mujer, en el último curso. 

En 1961 vine a Vilagarcía de Arousa a vender el cupón. Y en este pueblo caí de pie. Me ayudaron enseguida. Yo también aprendí pronto a andar por Carril, por Vilaxoán, por todos los sitios. Por todas las calles y por todos los rincones andaba yo vendiendo el cupón. Cuando más vendía era por la mañana, en la Plaza de Abastos. Con decirte que a las 8 de la mañana ya estaba yo en el bar El Peñón. Todos se portaron muy bien conmigo. Sobre todo la gente en la Plaza. También se metían mucho conmigo y yo con ellos. Es más, hoy incluso niños de los clientes que tuve si me ven me saludan y todo hoy día.

Me casé el 1 de enero de 1964. Me casé ese día porque unos tíos de la mujer estaban navegando y tenían que marcharse por Reyes y hubo que adelantar la boda para que estuvieran presentes. Y desde entonces ahí estamos. Y el primer hijo lo tuvimos en agosto de 1965 y el segundo e 17 de diciembre del año siguiente. Y el tercero, el 18 de Agosto pero de 1976, 11 años después del primero.

¿Fue difícil criar a los hijos?
Para criarlos siempre estuvo la mujer, mi suegra, siempre hubo ayuda. 

¿Cuál de los hijos se portaba peor?
Como peor, ninguno. Ahora, más juguetón y todo eso el mayor y más aún el más joven, Alberto. Los hijos fueron a Santiago, a la Universidad. 

¿Cómo vivían los hijos que sus padres fueran ciegos?
Nos llevaban de un lugar para otro. Afortunadamente nos movimos perfectamente tanto ella como yo. Había gente que nos decía: “¡Bueno hombre, bueno!, tenéis que ver algo. Es imposible que andes de esa manera como si vieras” Bueno, hay que adaptarse a todo. A los hijos no les importaba. Para ellos era normal y afortunadamente tanto mi mujer como yo nos movíamos sin dificultades.

¿Todavía tienes recuerdos de lo que veías de niño?
Sí. Me vienen a la mente. Con decirte que el color que más me gustaba era el azul. En mi pueblo no había cine ni televisión. Aún me acuerdo de ir a caballo y en burro. Recuerdo los paisajes, la casa. Me acuerdo que había una fiesta en el pueblo, hacían una de carrera de mulos, de burros y de todo eso. Y yo ya no veía mucho; pero yo iba en un burro muy atrasado y no éramos capaces de ganarle a los otros. Y le dije al que iba conmigo en el burro que buscara un cardo, y le metimos el cardo levantándole el rabo al animal y conseguimos adelantarlos a todos.

Las manos de Mariano Ibáñez. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
Las manos de Mariano Ibáñez. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

¿Cómo son los gallegos de Vilagarcía?
Son agradables, para mí son formidables. Más habladores los de la Rías Baixas, los del interior de Ourense y Lugo son más callados. Buena gente todos. Aquí en Vilagarcía me jubilé después de vender el cupón por las calles desde 1961 hasta el año 2005.

TEST DE VIDA

¿Una palabra?
Simpatía.
¿Un lugar?
Aparte de Vilagarcía, Sanxenxo, Rianxo, Boiro. Porque tengo amigos, sobre todo en Boiro. Mi amigo de Boiro siempre quería que fuera con él en el coche, en la parte de delante, porque decía que yo sabía todos los trayectos en la carretera. Yo le preguntaba: “¿A qué altura estamos de este pueblo al que vamos?” Y él me decía donde estábamos y yo le respondía: “Pues ya te has pasado un poco”. 
¿Una persona?
Mariano, mi amigo de Boiro.
¿Un personaje?
Rafa Nadal.
¿Alguien importante en tu vida?
Para mi hubo muchos. Hubo una gente formidable.
¿Alguien imprescindible?
Todos los de casa: Luis, Mariano y Aberto y mi mujer María Luisa. Pero te puedo dar los nombres de los nietos también.
¿Qué es la vida?
Hay momentos buenos y malos, pero la vida es imprescindible. Hay que llevarla con calma y con buena idea. Porque si tienes tropiezos y te pones de mala uva te encierras y no es bueno. Hay que llevarla con calma.