El agua del mar marcará este verano temperaturas de récord en Pontevedra

Julio alcanza medias de 18ºC y para agosto se superarán los 21, niveles que rompen las marcas que eran habituales hasta el año 2013. La costa gallega sigue cinco grados por debajo de la mediterránea y para 2050 se esperan temperaturas iguales a las andaluzas

La playa de Silgar es una de las más concurridas de la provincia. DAVID FREIRE
photo_camera La playa de Silgar es una de las más concurridas de la provincia. DAVID FREIRE

La temperatura del agua en las Rías Baixas ha vuelto a batir esta temporada los récords de los valores que venían siendo una media casi constante hasta el 2013. En los últimos diez años el calentamiento global ha alterado el comportamiento de los océanos y las nuevas temperaturas comienzan a hacer mella, según los expertos, en los ecosistemas marinos.

El agua de las playas en el entorno de PontevedraSanxenxo, O Morrazo y la ría de Arousa refleja una temperatura media en este mes de julio que supera ya los 17,5 °C, con máximas muy cercanas a los 20 grados. Para el mes de agosto la media de las temperaturas previstas en las estaciones de medición supera los 20°C, con picos máximos situados por encima de los 21.

Hoy mismo, la temperatura del agua en Pontevedra será de 17,9°, más de un grado por encima de los registros que eran habituales hace solo diez años, pero todavía por debajo de las temperaturas medias que se registran en Cantabria, donde el agua del mar supera los 21°; el País Vasco, con temperaturas medias en esta temporada del año de hasta 20°; y bastante lejos de los 26°C del Mediterráneo, en aguas de la Comunidad Valenciana, los 25 de la costa barcelonesa o los 23° de Almería y buena parte de la franja litoral andaluza.

Para hacernos una idea de la repercusión del calentamiento global en la costa gallega, basta comprobar como en este año los picos de temperatura durante el pasado mes de abril rozaron los 20° cuando lo habitual en esa época estaba entre 17 y 18°. El promedio mensual de todo el año se situaba en la provincia en el entorno de los 15° y los expertos que controlan las estaciones de medición hablan de una temperatura media en el 2023 que rondará los 16,5 °C.

Aún así, en los estamentos oficiales de medición de la temperatura del agua en la costa española, Galicia continúa marcando los parámetros más fríos, si bien el ritmo de subida en los termómetros es prácticamente el mismo que en el resto de las playas del Cantábrico o el Mediterráneo.

El pasado mes de marzo, un estudio realizado por un equipo de investigadores liderado por la Escuela Politécnica Federal de Zurich calculó cómo serán los cambios en las condiciones climáticas de más de 500 ciudades para el año 2050.

La conclusión fue tajante: el clima de Madrid en 2050 se asemejará al clima de Marrakech hoy, Estocolmo se parecerá a BudapestLondres BarcelonaMoscú SofíaSeattle a San Francisco. Si esto es cierto, el de Pontevedra será, dentro de 27 años, muy parecido al que hoy luce Andalucía. Medido en la temperatura del agua, la costa atlántica y mediterránea del sur ibérico mantiene ahora mismo temperaturas entre tres y cinco grados por encima de las que presenta el litoral de las Rías Baixas. Con tres grados más en Pontevedra, los cambios serían brutales.

Porqué sube la temperatura en el mar

 Desde organizaciones ecologistas, como Greenpeace, explican que los océanos funcionan como un amortiguador al absorber más del 90% del calor atrapado en la atmósfera por los gases del denominado efecto invernadero. Los ecosistemas marinos capturan el carbono en la superficie y lo almacenan a gran profundidad. Sin este ciclo vital, el dióxido de carbono contenido en la atmósfera aumentaría hasta un 50% y elevaría la temperatura del planeta hasta niveles que convertirían a la tierra en un planeta difícilmente habitable.

Sin embargo, el hecho de que el agua del mar capture el carbono está calentando los océanos, que como primera consecuencia directa aumentan su nivel y amenazan con acelerar el deshielo de las zonas polares. Lo que origina el mismo fenómeno es la acidificación de las aguas marinas. Y en esta disminución del PH del océano es donde radica el verdadero riesgo.

Consecuencias del aumento de la temperatura

Los nuevos valores están teniendo consecuencias directas sobre el crecimiento y la reproducción de las especies marinas. Por ejemplo, la desaparición del carbonato cálcico disuelto en el agua impide que los moluscoscrustáceos corales lo utilicen para crear sus estructuras, conchas o caparazones.

Otras repercusiones directas son la reducción de las algas marinas, la emigración o incluso extinción de algunas especies y cuestiones como el blanqueamiento de los arrecifes de coral, que son un sustento básico para otros animales.

Debido a las nuevas temperaturas del agua, otras especies, como las ballenas, se ven obligadas a cambiar sus periodos y sus rutas de migración en busca de alimento. Y el derretimiento de los cascos glaciares está aniquilando el hábitat de especies como morsas, pingüinos, osos polares o focas.

Organismos de pequeño tamaño, como el Krill, están igualmente amenazados por este calentamiento de las aguas. La posible pérdida del Krill está considerada por los ecologistas como una consecuencia que podría llegar a ser catastrófica. Se trata de un crustáceo pelágico, parecido al camarón, que actúa como un atrayente alimenticio y un acelerador del crecimiento para el resto de los peces.

Los meteorólogos avisan también de que el aumento de las temperaturas oceánicas incidirá directamente en la formación de fenómenos climáticos extremos, como huracanes, ciclones o tormentas tropicales.

Esta subida del termómetro en los océanos provoca que se calienten más rápidamente las aguas cercanas a la superficie.

Como las aguas cálidas ocupan más espacio que las frías, este fenómeno provoca que los niveles del mar suban. Estudios científicos señalan que los niveles del mar aumentarán 30 cm antes del año 2100, sin contar el volumen de agua provocado por los deshielos. Este aumento del nivel del mar provocaría desde la desaparición de ciudades costeras, además de convertirse en una amenaza para los manglares, que son las zonas más importantes de cría de los alevines de las especies marinas.

Otro efecto de este fenómeno en el mar es la proliferación de especies invasoras y las consiguientes enfermedades marinas. El aumento de la temperatura de un ecosistema puede favorecer la entrada de especies o bacterias que no son propias. Esta situación complica la supervivencia de varias especies que o bien podrían desaparecer o verse obligadas a emigrar.

Otras derivaciones a partir de las nuevas mediciones

Actualmente en España el ritmo de subida del nivel del mar se ha duplicado en un período de solo 20 años. La región mediterránea es la que más expuesta está a este problema, fundamentalmente debido al alto porcentaje de personas que viven en las regiones costeras. Organizaciones ecologistas calculan que en los países bañados por el Mediterráneo el 34% de la población vive en la costa

Olas de calor

Actualmente, las olas de calor que se están registrando empeoran los pronósticos, ya que en los otros veranos ha habido picos de calor puntuales, pero no han sido tan seguidos ni tan prolongados como los de este 2022. Si sigue esta tendencia durante los próximos años, las especies deberán acostumbrarse a las nuevas condiciones del agua y algunas desaparecerán.

Estrés térmico

El aumento de las olas de calor, las sequías y las inundaciones ya superan los umbrales de tolerancia de muchas plantas y animales. Esto provoca que haya extinciones locales de poblaciones de algunas especies sensibles a la temperatura o con poca movilidad, como son las especies endémicas o más especialistas. También puede provocar mortalidades masivas de especies en hábitats más vulnerables al estrés térmico, como las praderas submarinas o los arrecifes coralinos. De hecho, más del 50% de las especies del planeta se han desplazado durante los últimos años huyendo del incremento atípico de las temperaturas en el agua.

Zonas afectadas

Los expertos de la organización ecologista Greenpeace precisan que aunque las tendencias en frecuencia e intensidad son menos claras, se prevé un futuro con más olas de calor marinas y no sólo en el Mediterráneo, sino también en el Cantábrico y el Atlántico. Según matizan, existe una clara tendencia al alza en las temperaturas superficiales del mar en el Golfo de Vizcaya.