Colombianos, gallegos, italianos, británicos y rusos trabajan juntos

El negocio comienza desde el momento en el que uno de los grupos gallegos con capacidad para invertir en origen cierra el pacto con los colombianos, casi siempre el Clan del Golfo

 El narcosubmarino. J. L. OUBIÑA
photo_camera El narcosubmarino. J. L. OUBIÑA

Si bien en los últimos años han aparecido tres actores muy relevantes a la hora de adquirir grandes partidas de cocaína a nivel internacional, la Mafia Albanesa, el cártel de Los Balcanes y la Mocro Maffia, lo cierto es que las grandes operaciones en las que entran en juego las redes de las Rías Baixas siguen un patrón definido desde hace muchos años.

El negocio comienza desde el momento en el que uno de los grupos gallegos con capacidad para invertir en origen cierra el pacto con los colombianos, casi siempre el Clan del Golfo. La cabeza del clan ya está afincada en Sudamérica, por lo que no es preciso enviar emisario alguno como ocurría antaño. Esa organización se encarga de contratar, a su vez, a los transportistas, redes criminales con bases en las Rías Baixas y la infraestructura naval precisa como para realizar la parte final del viaje: la recogida de la droga en altamar, en este caso en el narcosubmarino, y el traslado de sus tripulantes, que abren las válvulas y envían el aparato al fondo del mar, como ocurrió en este caso.

Una vez que la mercancía está en tierra llega el turno del transporte. Cuando se habla de toneladas, los clientes son los grandes cárteles británicos, la ‘Ndrangheta de Reggio Calabria, al Sur de Italia, y la mafia rusa. Todos ellos tienen poder económico suficiente como para adquirir grandes partidas y cuentan con sucursales en la Costa del Sol, desde donde dirigen la operativa criminal. Allí también están las citadas Mocro Maffia (delincuentes de origen magrebí y nacionalidad holandesa o sueca, normalmente), así como los balcánicos, ya sean serbios o albaneses. Todos ellos recogen su parte, ya en territorio Shengen, donde el control es casi imposible.

Una pequeña parte de la cocaína, eso sí, se queda en Galicia, suficiente para abastecer el consumo local y para que los transportistas se cobren su comisión.

Astilleros en plena selva con vigilancia armada y muy cerca de los grandes ríos

El cauce del río Magdalena, que atraviesa gran parte de Colombia, el del Orinoco, que cruza varios países, especialmente Venezuela, y el del Amazonas, que atraviesa Sudamérica de Este a Oeste, son lugares estratégicos para la fabricación en serie de semisumergibles como el incautado en las últimas horas en la ría de Arousa. Los grupos criminales aprovechan lugares de muy difícil acceso, en áreas boscosas o selváticas y siempre con un acceso directo a alguno de los grandes ríos para que, a su vez, exista una ruta clara hacia el mar, ya sea el Pacífico, el Caribe o directamente el Atlántico. En esos lugares se instalan astilleros completamente artesanales, generados con madera y plástico, en los que los ingenieros supervisan a operarios que, en condiciones muy precarias, llevan a cabo la fabricación de estos artefactos navales. Se sabe que en 2023 ya se ejecutan en serie.

El método de construcción está muy probado y les funciona, por lo que no piensan en cambiarlo por el momento. De hecho, si se observa con detenimiento un narcosubmarino LPV incautado, pongamos, en aguas de Costa Rica o de El Salvador, lugares habituales de esta clase de operaciones en el Caribe o en el Pacífico, no se aprecian grandes diferencias respecto a los dos que se han intervenido en Galicia, con una salvedad: el tamaño. Los más de 20 metros de eslora apenas se ven en América, y es la medida mínima para los grandes viajes atlánticos, según las evidencias.

PÉRDIDAS Y BENEFICIOS La balanza de pérdidas y beneficios de las organizaciones que se dedican al tráfico internacional de cocaína a través de semisumergibles es muy clara en su favor. Así, después de hacer frente a todos los gastos que genera una de estas operaciones, que incluyen el pago a quienes construyen el aparato, la seguridad precisa para ello, el sueldo del piloto de la embarcación (que puede superar los 400.000 euros) y el de los tripulantes (que no suele alcanzar los 30.000), y el coste de la mercancía en origen, el cártel obtiene un beneficio de 15.000 euros ‘limpios’ por cada kilo de cocaína que introduce en Europa. La cuenta es bien sencilla. Si, como parece en el caso del Poseidón, los narcotraficantes consiguieron colocar en espacio Shengen seis toneladas (algunas fuentes apuntan a una cantidad incluso mayor), el beneficio alcanza los 90 millones.

Los narcotraficantes consiguieron colocar en espacio Shengen seis toneladas, el beneficio alcanza los 90 millones

Para la jornada de este miércoles se espera la inspección en profundidad del semisumergible, en el que podrían hallarse evidencias inesperadas. Ello es así porque los narcos no pensaban que este narcosubmarino fuese hallado, pues lo hundieron en un punto muy distinto al que apareció. La marea y el temporal entregaron el pecio a las autoridades, que ahora podrán analizarlo.