VIDA SALNÉS

Margarita Escuredo: “¿Cómo se crían 11 hijos? No lo sé”

A empresaria e viúva do pintor Xosé Conde Corbal, aos seus 100 anos, fai un repaso vital
photo_camera Margarita Escuredo. JOSÉ LUIZ OUBIÑA e EDUARDO DE LA PEÑA

Toda nuestra conversación es en castellano, pero ¿escribías en gallego?
Eso siempre. A mi me parecía que el gallego se prestaba más a mi situación, a mi manera de ver las cosas. 

Unha conversa con Margarita Escuredo resulta tan pracenteira e incerta como unha viaxe en barca. Como unha desas barcas nas que se identifica nos seus poemas: “Cando te vexo flotar/ Sobre esas augas inquietas/ pareces un paxariño que está disposto a voar”. Eses versos, datados en “Meloxo, agosto 1980” fanse carne mentres falamos. Eu quero que conte e ela canta, eu quero que fale e ela fai poesía. Nos seus ollos hai acougo, nas súas palabras unha vida traída polo miúdo, de vagar, capaz de se deter, e de se entreter, en nomes e persoas e acontecementos dun pasado que definen unha vida. 

¿Cómo empezó tu vida?
Yo nací en la calle de Urzaiz de Vigo. Recuerdo cuando estábamos en estado de sitio. Yo tenía unos 15 años y no le daba demasiada importancia. El capiátn Carreró me parece que se llamaba el que leía en la calle lo que estaba sucediendo (o comenzo da guerra española 1936-39). 

En xaneiro do 2023, Margarita fixo 100 anos. Encontrámonos con ela en Vilagarcía de Arousa, no piso que desde os anos 80 foi a súa casa e estudio do seu compañeiro de vida, o pintor Xosé Conde Corbal (Pontevedra, 1923-Vilagarcía, 1999) do que estes días as institucións culturais de Galicia celebran o centenario do seu nacemento. Nai de 11 fillos, esposa e conselleira dun dos grandes artistas plásticos na Galicia do século XX, empresaria da conserva no Grove e filla de Eugenio Escuredo, un emprendedor vigués, pioneiro na industria da cerámica artística en Cesures e da industria conserveira no Grove, en Porto Meloxo. En 1925, Eugenio Escuredo funda “Cerámica Artística Gallega”. Segundo Margarita, todo empezou como unha fábrica de tellas e ladrillos; pero a seu pai interesáballe a arte o que explica a colaboración co escultor Asorey que lle cedeu os seus modelos para a reprodución en cerámica. Se cadra a peza máis emblemática daquela colaboración entre Asorey e Escuredo foi “O Tesouro” que representa a unha campesiña termando dun becerro. O tesouro é a terra, “el tesouro es el becerro, como si te tocara la lotería”, explica Margarita, sentada a carón dunha das poucas réplicas que quedan da peza. Seica Escuredo se lanzou a vender estas pezas entre a Galicia emigrante de América e din as crónicas que “conquistou” Cuba. Pero fracasou en Europa o que significou a fin de Cerámica Artística Gallega aínda que sería refundada por Ramón Diéguez no que se chamaría Cerámica Celta. Son os anos da “Xeneración Nós” co liderazgo de Castelao, Vicente Risco (a quen Margarita coñecería anos máis tarde) e Otero Pedrayo. Margarita lembra que seu pai intentou unha aventura empresarial coa madeira en África, na Guinea Ecuatorial, da que regresou sen fortuna para, pouco despois, converterse nun dos pioneiros da industria conserveira no Grove. Así nace a marca Yago.

¿Qué recuerdas de O Grove?
Cuando llegamos al Grove andaba casi todo el mundo descalzo y me acuerdo que no había lechería y mi padre compró una cabra y yo la ordeñaba. Yo aprendí a ordeñarla y cuando me ponía terca decía “mañana no hay leche para desayunar”.

¿Cuándo vas a Pontevedra?
Tendría unos 17 años. 

¿Cómo conoces al pintor Conde Corbal?
Tenía mi grupo de gente conocida, pero lo que no sabía es que vivía en la calle Benito Corbal, que era el abuelo de mi marido. Y después nos conocimos. Vivíamos en frente y como a gritos no se podía hablar habíamos aprendido el idioma por las manos y nos comunicábamos así.

¿Cómo fueron los primeros encuentros?
Por una hermana mía que tenía amistad con él, me mandaba dibujos de la guerra (Margarita fai un xesto de rechazo), y entonces cambió y me mandaba dibujos de artistas de cine. Y después no sé cómo empezamos a hablar. 

¿Cuándo os hacéis novios?
Cuando nos hicimos novios yo tendría 18 años. La guerra ya había terminado, ya los pasteles se hacían con harina.

A aventura conserveira do pai de Margarita tivo un aquel de innovación. No Grove cocían e enlataban lacón con grelos, guisantes con ovos cocidos e mesmo atrevéronse cos patés. Eran anos de guerras en Europa e seica iso favoreceu o negocio. Pero entrados os anos 70 do século XX chegou a crise e a quebra. E hoxe só quedanas ruinas en Porto Meloxo. Pero antes Margarita, xa con familia establecida en Ourense con Conde Corbal, debeu de regresar ao Grove a facerse cargo da fábrica e xestionar o seu final.

¿Regresas al Grove para cerrar la conservera?
Yo llamo muchas veces por teléfono y veo que nunca estaba al frente el que había quedado en la gerencia y entonces decidí ir hasta allí y vi que la fábrica trabajaba mal. ¿Sabes cuántos años estuve en O Grove con la fábrica? Ocho. En aquel momento sola. ¡Nunca anduve por tantos juzgados ni conocí tantos magistrados! ¡Todo era una injusticia tan grande!

¿Echabas de menos Ourense?
La estancia en Ourense fue muy agradable. Había un grupo de gente con la que mi marido había organizado La Voz del Miño y había hecho mucha amistad con Vicente Risco. A veces venía a comer a casa y mis hijos me decian “¿Por qué le pones dos cojines?” Porque era muy pequeñito. Novoneyra decía por Risco “É un carballo plantado nun testo”. 

¿Y al final te gustó Vilagarcía?
Pues me encontré a gusto porque le encontré muchas ventajas. Nos quedamos aqui porque esas casas de ahi no existian (sinala os edificios ao pe da subida a estación do tren), teniamos todo el mar por delante. Eso ya nos conquistó. Vendí la casa de Ourense y me instalé en Vilagarcía. Llevamos aqui desde... 1986? Primero mi marido pintaba aqui, pero luego nos avisaron que quedaba un noveno vacío y se instaló ahi. 

¿Qué cuadros de Conde Corbal te gustan más?
Me gustan todos. (Sinala as pinturas na sá de estar). Estos fueron pintados en Vilagarcia. A él le gustaba pintar siempre. Esos son unos barcos que salían de Carril en grupo. Y aquel otro es imaginación de mi marido. 

¿Pero eres tú desnuda en la playa?
Sí, entonces no estaba nadie desnudo en la playa. La casa está llena de pinturas.

¿Cuántos hijos tuviste?
Once.

¿Y cómo se hace eso? ¿Cómo se crían once hijos?
Ni yo misma lo sé. Hoy me veo tan torpe y yo me digo ‘Margarita ¿Cómo hacías? 

En estos cien años ¿más bueno que malo?
Primero, las malas las olvidé, las retiré y me dije ‘Quédate con las cosas buenas, Margarita, que te irá mejor’ y efectivamente, me va mejor. Entre las buenas, fuimos muy bien acogidos en Ourense. Y lo mejor que le pudo haber pasado (a Conde Corbal) fue haberse encontrado con Vicente Risco. 

¿Sentías que tu marido era importante?
Hombre claro, para mi era importante. Pero yo como enamorada no estaba. “Ya te enamorarás, ya lo verás”, me decía. Y efectivamente así fue. Realmente no sé si me enamoré del artista o de la persona. 

¿Lo más importante de Conde Corbal?
Él lo que hizo fue que la pintura pudiera llegar a la gente que no tenía economia para comprar un cuadro. Entonces fue cuando empezó a trabajar el grabado. Inventó una forma nueva de hacer el grabado.

Y tú ¿cómo eres?
Yo pienso que soy una persona serena, que encaja bien las cosas pero también me gusta ponerlas en su sitio. Sentirme mangoneada para mí es difícil. Pero procuraba siempre ser la que hacía la armonia. 

TEST DE VIDA

¿Una palabra?
Que lo quise siempre.
¿Un lugar?
Pontevedra y O Grove, con eso me llegaba.
¿Una persona?
Él.
¿Un objeto?
Su paleta de trabajo que la tengo guardada y sus pinceles.
¿Una anécdota?
A mi marido le gustaba mucho ir a las tabernas y un chico que estaba estudiando en Santiago entonces le quería comprar un cuadro, pero le dijo que no tenía dinero. Le dijo que podían cambiar el cuadro por un ataúd porque eran fabricantes de ataudes en Ribadavia y yo le dije “No quiero” ¡A mí no me cambias un cuadro por un ataúd
¿Qué es la vida?
Para mi fue una vida muy apurada. Una lucha constante. 
¿Cómo son tus hijos?
Buenos. Trabajé mucho, muchísimo, y ellos me lo están compensando... con creces.