Agitar las conciencias

Removendo a terra aborda la búsqueda de los cuerpos de las víctimas del franquismo en Vilagarcía desde la doble perspectiva de sus familiares y del equipo que realizó este trabajo
Imagen de archivo cementerio municipal de Rubiáns en Vilagarcía. DP
photo_camera Imagen de archivo cementerio municipal de Rubiáns en Vilagarcía. DP

Buscaron en el cementerio de Rubiáns (Vilagarcía) los restos de 19 personas asesinadas durante al Guerra Civil. La iniciativa no tuvo éxito, pero aquella actuación, llevada a cabo en noviembre del año 2021, sirvió para agitar la conciencia social en un país donde son en torno a 100.000 los cadáveres de luchadores por la democracia que se encuentran tirados en cualquier parte como si de fardos se tratase.

Y esta intervención tiene una segunda parte, porque el trabajo realizado fue convertido en un documental por el mismo colectivo que lo impulsó, O Faiado da Memoria. Se titula Removendo a terra, y será presentado hoy en el Salón García, (20.30 horas).

Su estreno tuvo lugar en la Facultade de Xeografía e Historia de la Universidade de Compostela (USC), y después lo proyectaron en la Casa Consistorial de Cangas. La película fue elaborada por Antón Caeiro y Margarita Teijeiro (O Faiado da Memoria), y pivota sobre dos ejes: el testimonio de familiares y personas cercanas a las víctimas (algunos de ellos recogidos en el año 2008) y la identidad de quienes buscaron bajo la tierra y las razones que los impulsaron a hacerlo.

EQUIPO. El equipo de investigación fue multidisciplinar y en el participaron historiadores, arqueólogos, forenses, genetistas y miembros de los diferentes grupos de la USC. La intervención se enmarca en un plan cuatrienal financiado por la Xunta de Galicia. Además de Vilagarcía, esta actividad también se desplegó en Crecente. El papel de Lourenzo Fernández Prieto fue decisivo, subrayan Antón Caeiro y Margarita Teijeiro.

La disposición de los restos, incompletos, de los tres cadáveres hallados durante las excavaciones realizadas en Rubiáns indican que fueron depositados como es habitual en un enterramiento común, y no tirados a la fosa, como sucedió con aquellos que fueron asesinados por los cívicos y los falangistas durante la Guerra Civil.

La segunda conclusión a la que llegaron los componentes del equipo es que no se aprecian signos de violencia, y la tercera señala que su estado (muy degradado), hará muy difícil su identificación y extraer otras conclusiones fiables.

Margarita Teijeiro y Antón Caeiro argumentan que el cementerio, casi una explanada cuando se produjeron los enterramientos, está hoy prácticamente cubierto por nichos, de manera que es probable que estén debajo de ellos.

Otra razón que exponen para entender que no fuesen hallados los cuerpos de las 19 víctimas que la memoria oral mantiene que se encuentran en este emplazamiento estriba en que en este lugar se hizo una limpieza hace años, coincidiendo con una de las obras. 

25 PESETAS. La tercera estriba en la posibilidad de que los familiares de alguna de las víctimas hubiese llevado sus restos a un panteón, aunque esta opción estaría al alcance de muy pocos porque tenían que esperar cinco años para hacerlo y pagar 25 pesetas, una fortuna en el tiempo del hambre.

Cuando no era así, acababan en la fosa común, la misma donde eran enterrados aquellos cuyas familias no disponían de recursos, y podría haber más de 400, indican.