Cubaney, decano de Portonovo

Cuarenta años en La Habana ▶ Casi convertido en un museo del pueblo, no hay un rincón del emblemático establecimiento que no evoque un recuerdo. Este viernes celebró sus 40 primaveras "en la brecha" para conmemorar una trayectoria que, en realidad, se remonta a 1928
El fundador de Cubaney, Ramón Barreiro, en la fiesta de celebración. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
photo_camera El fundador de Cubaney, Ramón Barreiro, en la fiesta de celebración. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

Más que un bar, podría decirse que el Cubaney ha sido, todos estos años, un pequeño museo cubano del pueblo. Sus paredes, colmadas de antiguas fotografías y otras mucho más recientes, orgullosos recortes de prensa y hasta firmas y dedicatorias estampadas directamente sobre la pintura por la clientela que lo frecuentó durante cuatro décadas, cuentan una historia casi tan interesante como la trayectoria vital de su 'alma mater' y regente hasta la fecha, Ramón Barreiro Castro.

Un momento de la jornada del viernes. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
Un momento de la jornada del viernes. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

El suelo a cuadros blancos y negros marcado por las infinitas jornadas de baile a ritmos caribeños, hasta la barra, plagada de emblemáticos paisajes de Cuba, coronados por un inmenso grafiti del Che Guevara que lo observa todo desde el techo, forman un auténtico enclave para la evocación, pero también un lugar donde sentirse como en casa. Y es que, para Ramón Barreiro, la clientela es su mayor protagonista, su amiga. Y por eso, en cada rincón, una cara nueva -anónima o conocida, como la del tenista David Ferrer o diferentes futbolistas de gran trayectoria, músicos, escritores o artistas- protagoniza su particular dedicatoria enmarcada, que suman decenas en todo el establecimiento, y en las que se repite constantemente una palabra: Cubaney.

Después de todo lo vivido y trabajado por y para este querido local  de la Rúa dos Viños de Portonovo, que acaba de alcanzar los 40 años de vida, el Cubaney celebró este viernes una fiesta por todo lo alto para coronarse como decano de la calle de la 'marcha' portonovesa, con música en directo. "Son muchos años y nunca pensé llegar a tanto, pero seguimos aquí, siempre respetando al público", asegura su fundador, quien tanto tiempo después continúa aludiendo a la memoria de su padre como inspiración de un proyecto que acabaría siendo su vida entera.

Ramón Barreiro viajó por primera vez a Cuba para seguir los pasos de su padre en la emigración, y supuso un gran impacto vital

EMIGRACIÓN. "Siguiendo los pasos de mi padre", que en 1928 y tan solo con 20 años de edad había tenido que emigrar a Cuba, Ramón Barreiro Moncho, decidió cruzar el charco en los años 90. Ese primer viaje rumbo a una aventura que duró tres meses sería el principio de una nueva era.

Recién retornado a sus orígenes, su padre fundaría Casa Ramón en el Portonovo de 1950, establecimiento que sería el predecesor  del actual Cubaney, que todavía conserva la cristalera original. Con el prematuro fallecimiento del progenitor, fue su madre quien heredó el local, que pasó a ser un ultramarinos, y que después volvió a convertirse de nuevo en bar de tapas, esta vez en el Bar Portonovo, ya en manos de Ramón, y reinaugurado en 1984.

Un momento de la jornada del viernes. JAVIER CERVERA-MERCADILLO
Un momento de la jornada del viernes. JAVIER CERVERA-MERCADILLO

En el 92, con la necesidad de conocer los lugares que habían originado todas las historias de la emigración cubana de su padre, que llegaron también hasta él a través de su madre, Barreiro Castro inició una travesía por ciudades como La Habana o Cienfuegos, donde había vivido su progenitor. De los 'souvenirs' de ese primer viaje comenzó a formarse el Cubaney, que acabó cambiando de nombre, de estética y de filosofía, a raíz del fuerte impacto vital y cultural que supuso conocer Cuba. "Sobre la marcha fuimos poniendo cosas, para no aburrir y no aburrirnos", cuenta Moncho, quien regresa cada año a Cuba para seguir empapándose de la que también es la tierra de sus dos hijas.

Mirando atrás con emoción, asegura, "es un orgullo y estoy muy agradecido de haber regentado el Cubaney. Me ha dado muchas alegrías y gracias a él he conocido a mucha gente. Estoy muy orgulloso de haberlos conocido a todos y les doy las gracias". Pero también sabe que el show debe continuar. "Aquí estamos, seguimos en la brecha. No hemos cerrado nunca más que en la pandemia", recuerda. Y lo cierto es que las puertas azules del Cubaney todavía tienen historia para rato.