Cuando Carmen Názara (Sanxenxo, 1997) llegó a la Escuela Naval Militar de Marín con 17 años contaba con el incondicional apoyo de sus padres, a pesar del "miedo estereotipado de mi madre porque me metía ‘en un mundo de hombres’. No quería que yo lo pasase mal", cuenta. Pero el primer permiso de fin de semana disipó todas las dudas. "Vio que yo estaba encantada", aún en una promoción de 86 nuevos alumnos en la que ella era la única mujer. Ahora, a sus 25, lo tiene clarísimo: "hay mucho prejuicio desde fuera pero la realidad es otra. Nunca en mi experiencia profesional he tenido un problema de ningún tipo por ser mujer".
¿Cómo decidió optar por la Armada sin tener referentes?
No tenía familia militar en su momento, ni tampoco la tengo a día de hoy, pero me llamaba mucho la atención todo el mundo militar. Como en el instituto estudiaba Biología y Química, me quería orientar a la medicina militar, que era algo novedoso en aquella época, pero según avanzaba me di cuenta de que la parte de Biología y Química no la veía en mi futuro, pero la parte militar me seguía llamando mucho la atención. Empecé a ir a la Subdelegación, a llamar mucho, a preguntar por formación para ver qué podía hacer, y cuanta más formación encontraba, más me gustaba todo. Ahí fue cuando encontré la Armada, y siempre digo que no sabía que estaba donde quería estar hasta que conocí la Escuela Naval, y estando cerca de casa también era más fácil para mí.
Siempre digo que no sabía que estaba donde quería estar hasta que conocí la Escuela Naval Militar"
¿Qué es lo primero que piensa cuando llega allí?
Llegué allí con 17 años, porque cumplía los 18 en diciembre, y me acuerdo que cuando salió la lista de admitidos en la Escuela en publicación por Boletín, del momento en que abrí la lista con mis padres y vi que era la única mujer de la promoción. Dije: ‘madre mía, a ver si me he equivocado’. Pero luego cuando entré fue genial. Mis compañeros me trataron como a una hermana y me cuidaron un montón. Siempre me sentí muy acogida tanto por ellos como por los mandos.
¿Cuáles han sido sus destinos hasta el momento?
Fueron cinco años en la Escuela, salí en 2020 y estuve destinada en la fragata Cristóbal Colón en Ferrol. Allí estuve de Oficial de Seguridad Interior y de Información Pública y a los dos años, en agosto de este año, me fui a Las Palmas de Gran Canaria a un barco que se llama Rayo y allí estoy destinada ahora, aunque estoy haciendo un curso de control de helicópteros de dos meses en Rota en estos momentos, pero mi destino es en Canarias, y en cuanto termine volveré a mi barco.
¿Cómo es su día a día en el barco?
Es diferente cuando navegamos y cuando no. Yo por suerte en el Colón hice varios despliegues por el mar Mediterráneo y el mar Negro y ahora todavía no nos hemos desplegado, pero hacemos navegaciones pequeñas. En una navegación típica tenemos nuestras guardias nocturnas y nuestras guardias diurnas. Durante el período diurno montamos tres horas de guardia, que yo estoy en el puente, y por la noche cuatro horas de guardia, y nos vamos repartiendo entre toda la tripulación. En el puerto, la mayor parte de la actividad que tenemos es adiestramiento, mucha preparación y documentación administrativa para tener todo preparado cuando salgamos a navegar.
Sanxenxo es mi tierra natal, donde he crecido y a donde siempre voy a volver, mi cuartel general"
¿Ve su futuro en la Armada?
Sí, lo disfruto mucho, me encanta navegar, la sensación, conocer gente y estamos todos juntos. Según pasan los años todos vamos dirigiendo nuestra carrera y viendo lo que nos gusta más. Salimos de la Escuela con nuestro despacho, que es el primer grado militar de un oficial, y con la carrera de ingeniería mecánica del Centro Universitario de Defensa que imparten profesores de la Universidad de Vigo. Gracias a ese título de grado yo pude hacer el máster.
¿Qué supuso recibir el reconocimiento por el 8-M en Sanxenxo?
Personalmente me emociona mucho. Sanxenxo es mi tierra natal, donde he crecido y a donde siempre voy a volver, mi cuartel general. Toda mi familia es de Sanxenxo y a mis padres les hizo también mucha ilusión. Además, a nivel institucional es importante para quitar los prejuicios del mundo militar en el entorno femenino.
