La búsqueda de un emblema para Sanxenxo

La más que conocida estatua de bronce que acompaña al arenal de Silgar tuvo una controvertida historia e inauguración
Madama en el arenal de Silgar. BEA CISCAR
photo_camera Madama en el arenal de Silgar. BEA CISCAR

A día de hoy es prácticamente inimaginable pensar en la capital del turismo en las Rías Baixas sin su emblemática dama de bronce acompañando a los bañistas de la playa de Silgar, pero pese al irrefutable éxito que ha tenido la escultura de Alfonso Vilar, en su día hubo ciertos detractores y por supuesto se barajaban otras muchas posibilidades.

Durante la década de los 80, comenzó a ser un tema recurrente el encontrar un emblema o un símbolo que caracterizase al pequeño Concello de Sanxenxo. ''Sanxenxo era un municipio triste, sin bandera ni escudo''. Las declaraciones del que fuera alcalde José Luis Rodríguez dejaban entrever la delicada situación que vivía la localidad en su día. Incluso diez años antes de la inauguración de la Madama se presentó como posibilidad de erigir una réplica de la Sirenita de Copenhague, pero finalmente la propuesta de Manuel Camiña y Alfonso García no salió adelante.

FUENTE LUMINOSA. Otro de los proyectos más sonados y polémicos fue el de instalar una fuente luminosa que lanzaría un poderoso chorro de agua a más de 35 metros, lo equivalente a un edificio de doce plantas. La idea, pese a lo llamativa que era, fue desechada debido al estratosférico coste que supondría la instalación de la misma, 50 millones de pesetas, en comparación a los ocho que costó la Madama.

Por suerte la propuesta de la famosa estatua de bronce siguió su curso. ''Esa roca la puso ahí Dios para que yo ponga mi escultura''. Un motivado Alfonso Vilar aún sin ser realmente consciente del impacto que tendría su escultura, creó en 1995 su obra con mayor repercusión. La historia de la Madama está plagada de traspiés y algunos baches, pero ya sea por azar o bien por el destino, Sanxenxo consiguió finalmente un símbolo y emblema para sus costas.