Iker y Hugo Losada, una generación con todo el futuro por delante

De empezar a jugar en el pabellón municipal a que coreen su nombre en un campo de Tercera. Los hermanos de Catoira analizan sus inicios en el mundo del fútbol, la reciente temporada en la que han vivido la cara y la cruz de la moneda, y cuentan algunas anécdotas de su infancia
Iker (Celta) y Hugo (Arosa) Losada. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Iker (Celta) y Hugo (Arosa) Losada. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Los catoirenses Iker y Hugo Losada empiezan a hacerse un hueco en el ámbito deportivo. El primero, el mayor de los dos hermanos, milita en las filas del Celta, más concretamente en el filial celeste, con el que esta campaña ha tenido que sufrir la desgracia de quedar fuera de la fase de promoción en la última jornada. Por su parte, Hugo desarrolla su actividad deportiva más cerca de casa, en el Arosa, equipo en el que de la mano de sus compañeros del juvenil A logró el ascenso a la máxima categoría siendo uno de los pesos pesados el cuadro arlequinado.

Salva, el culpable de su gusto por el fútbol

Ambos comparten la pasión por el fútbol heredada de su padre Salva, un exportero que militó en equipos como el Bamio o San Martín y que actualmente, tras haberse retirado como jugador, ejerce de entrenador de jóvenes porteros en muchos de los equipos de fútbol base de la comarca, como el Vilagarcía, Arosa, Chispa o Dodro, entre otros. Salva intentó inculcarles el gusto por la portería desde muy pequeños, y bien es cierto que los dos probaron suerte bajo palos.

Iker lo intentó en el Catoira, club en el que ambos iniciaron su andadura. Lo hizo a los cuatro años jugando en el pabellón Municipal, del que no guarda grandes recuerdos ya que recibían “choscas que no bajaban de los 7 goles en contra”, por los cero que normalmente solía meter su equipo. Acabó por aburrirse de la portería a pesar de llevar el nombre de uno de los porteros referentes del fútbol español, y porque solo se tiraba “para un lado, el izquierdo”, ya que para el derecho no lo hacía ni aunque le obligasen.

Empecé de portero pero nos metían choscas que no bajaban de los 7 goles en contra

Hugo vivió en sus propias carnes el sufrimiento de la portería durante un año, pero los entrenadores, “por suerte” para su madre, tuvieron a bien ponerlo de delantero. El que no se salvó de ese quehacer fue su padre, del que Iker cuenta la anécdota de un partido jugando en el Bamio en el que el guardameta tuvo que defender un lanzamiento de penalti. El primogénito le comentó a un amigo que lo acompañaba detrás de la portería que, “si la para, le regalo la PSP”. Y efectivamente, Salva detuvo el penalti y su hijo, que no se lo podía creer, tuvo que cumplir la promesa y entregarle la videoconsola.

De romper las plantas de su abuela a pelearse por ser el máximo goleador

De su infancia comparten innumerables momentos, gran parte de ellos ligados al balón. Ambos aseguran que rompían las plantas de su abuela, que les decía: “después me vais a comprar flores”. Y allá iban los tres juntos al supermercado a reponer los desperfectos causados por el fútbol. Lo mismo con los grifos de su padre, a pesar de los reiterados avisos de este para que movieran la portería de sitio, obviamente sin resultado favorable. En casa “no solía haber peleas por ver quién era el mejor”, como mucho “por ver quién se llevaba el máximo goleador y mejor jugador”. En ese aspecto la balanza se decanta claramente hacia el lado de Hugo, así lo confirma su semejante. “Metía 25.000 goles en los torneos y nosotros quedábamos fuera en fase de grupos, eramos unos desgraciados”.

Iker (Celta) y Hugo (Arosa) Losada. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
Ambos futbolistas comparten posición ofensiva en sus respectivos equipos 

Remontándonos a sus inicios deportivos, Hugo comenzó a dar patadas al balón a los cuatro años en campos de tierra y hierba artificial. Voló hacia el Arosa en categoría alevín, completando las dos primeras campañas con el conjunto arlequinado con dos subcampeonatos de liga y sus sendos trofeos de máximo goleador. Un síntoma de lo que confirma su consanguíneo, afirmando que “ya era un figura”. Tanto es así que los amigos de Iker le apodaban “el chupón” debido a sus dotes individualistas, aspecto del juego que “hoy en día mejoró”, aclara el mayor.

Hugo ya era un figura desde pequeño, le apodábamos el chupón

Un mayor que al igual que Hugo se fue del Catoira muy joven, en una oportunidad que le llegó en un partido en el que Salva, antes de empezar, le comunicó al oído que estaban allí “los del Celta”, animando a su hijo a jugar bien, sin ánimo de “ponerlo nervioso”. El resultado obtenido de esa conversación fue justo el contrario, y el joven jugador saltó al campo más inquieto si cabe. Por suerte para ellos pudo anotar un gol a pesar de “no haber destacada mucho”, y estuvo un año entrenando con el cuadro celeste “sin jugar partidos”. Finalmente, cuando estaba compaginando su actividad con el Catoira y el Celta, llegó la llamada definitiva para recalar en la filas del club vigués. Un cambio importante que su hermano “no recuerda mucho”, pero que recibió con gran alegría al saber que “podía ser una oportunidad importante para él”.

Esta temporada han vivido la cara y la cruz del fútbol

Iker y Hugo Losada tras jugar su único partido juntos en A Pobra
La única vez que los hermanos Losada jugaron juntos

Por el momento solo han coincidido una vez juntos en el terreno de juego. Fue en un torneo en A Pobra con el Catoira, e Iker lo cuenta de la siguiente manera: “categoría, fútbol 7, nos faltaban dos jugadores y se puso él con nosotros y ahí fuimos, siete chavales contra tres equipos. Lo peor de todo es que con gente tres y cuatro años, viene y mete gol, yo no me lo podía creer”. Ambos desean poder llegar a jugar juntos alguna vez “ya sea en el mismo equipo o en diferentes”. Ese momento puede estar cada día más cerca debido a la proyección que están marcando ambos.

Para Hugo esta temporada ha sido “una de las mejores”, después de lograr el ascenso a División de Honor juvenil con el Arosa. Lo hizo además siendo una pieza clave en el ataque arousano tras anotar más de una veintena de goles. Dos de ellos en la decisiva victoria por 5-0 ante el Colegio Hogar en la última jornada disputada en A Lomba, en la que además dio la asistencia del primer gol. Tal fue el rendimiento del delantero durante toda la temporada que la grada, tras su segunda diana, entonó el cántico “Luisito fichalo” en referencia a la posibilidad de disputar la próxima campaña con el primer equipo. Hugo asegura no haber escuchado la frase, pero se sentiría “muy contento porque siempre quise debutar en una categoría tan bonita como Tercera y la verdad es que estaría encantado”.

Siempre quise debutar en una categoría tan bonita como Tercera con el Arosa

En la otra cara de la moneda se encuentra Iker, que esta campaña ha vivido el lado amargo del fútbol. Pese a estar gran parte del año coqueteando con los puestos de play-off, el filial celeste se quedó a las puertas en el último encuentro ante el Logroñés. Un hecho que para el de Catoira resultó “una gran putada, sobre todo porque con el 1-0 nos veíamos dentro”. Vivió los últimos minutos desde el banquillo, momento en el que estaba “mirando otros resultados hasta ese último minuto que nos jodió”.

Iker, un referente en lo personal y deportivo para su hermano

A la hora de hablar el uno del otro en cuanto a sus cualidades futbolísticas se le caen los elogios, al igual que los goles. Iker afirma que su hermano es “un tanque”. A pesar de que en sus inicios jugaba de extremo izquierdo, le recomendó cambiarse a delantero centro por sus condiciones. “Le da igual desde cerca que desde lejos, va a tirar y va a meter gol .Tiene una diestra y una zurda impresionantes. Eso sí, de de cabeza no enchufa una”, comentaba el del Celta entre risas ante las miradas cómplices de su acompañante. Un Hugo que dice de Iker ser “un mago con el balón en los pies, con una calidad increíble” que no sabe de donde salió porque “ni el padre ni el hermano tienen esa calidad”, y al que define como un “referente” del que siempre quiso “seguir sus pasos”.

Iker y Hugo Losada junto a su padre en Romería Vikinga y de Catoira
Hugo e Iker junto a su padre en la Romería Vikinga de Catoira

Ya con la mente puesta en la siguiente temporada, los dos deportistas quieren disfrutar de las vacaciones en las que participarán en otra de sus pasiones, la Romería Vikinga de Catoira. Por el momento, Iker ya ha dado el paso y el año pasado se subió en el barco junto a su padre por primera vez, algo que Hugo podrá vivir en sus propias carnes en la edición de 2022.