Un empate sin goles logró el Arosa ante la UD Ourense, un botín valioso tras el sufrimiento que vivió en O Couto el conjunto arlequinado, que afrontará la vuelta en A Lomba (domingo, 20.45 horas) con el pequeño margen de jugar en casa y de que una igualada al término de la prórroga le valdrá para conseguir el pase a la final del play-off autonómico de ascenso a Segunda RFEF por su mejor clasificación en liga. Esa es la parte buena, porque lo malo y abundante son las pobres sensaciones que dejó el choque, con una primera parte de alarmante inferioridad –e incapacidad– a la que sumar la falta de ambición cuando su oponente se quedó sin gasolina. Bien es cierto que la errada decisión del colegiado de no expulsar al meta Ramón al filo de la hora de juego perjudicó a un colectivo vilagarciano que se encomienda a cambiar de cara en su fortín.
Apostó sobre seguro Lusito, repitiendo el 1-3-4-1-2 desplegado en O Couto en la antepenúltima jornada de liga. El reemplazo obligado de Carús (por Pacheco) y la entrada de Abel Suárez por Iñaki (adelantando a la posición de enganche a Julio Rey) conformaron las únicas novedades de un bloque arlequinado al que Jorge de Dios ya le había cogido la matrícula. Respondió el joven técnico ourensano con una coraza de tres centrales y una mayor verticalidad en la elaboración como premisa.
Los locales salieron a morder, respondiendo al apoyo de una afición entregada, que dos horas antes del inicio ya poblaba los aledaños del vetusto coliseo. La cita de ayer supuso el estreno en la promoción de ascenso al cuarto nivel del fútbol nacional, un nuevo hito para la entidad rojilla, que persigue el sexto salto categoría en nueve años de historia.
El altísimo rendimiento, derivado de un alto riesgo en la salida de balón, de la UD Ourense superó a un Arosa que no ajustó bien en la presión. Champi, brillante, se cansó de quebrar el entramado arosista y fue el primero en probar a Manu Táboas con un disparo lejano. Guisande, y Rojo explotaron los espacios y firmaron las siguientes aproximaciones sobre la meta de un equipo vilagarciano que inquietó a Ramón con un centrochut muy bombeado de Brais Pedreira. Al paso por el ecuador del periodo, una incursión de Santi por el costado derecho terminó con un tenso servicio al segundo palo que Labrada despejó antes de que llegase a la cabeza de Borja. La réplica anfitriona fue inmediata y vigorosa, con un chut cruzado de Antón Guisande en un mano a mano y dos córners casi seguidos rematados por Rojo (golpeó alto pese a estar solo en el punto de penalti) y Pablo Corzo (cabeceó por encima del larguero tras anticiparse en el primer palo). Luisito se desesperaba y pasó de recoger el cariño de la grada a ser objeto de pitos por sus reiterados gestos de desesperación ante los desajustes de sus pupilos. Que el Arosa llegase ileso al descanso fue un premio –inmerecido– producto de la falta de pegada de Rojo, Manu Núñez y Champi.
El receso le vino bien al cuadro vilagarciano. No llegó a hacerse con la manija del duelo, pero si pudo reducir la brecha en cuanto a rendimiento. Un buen blocaje de Manu Táboas en un tiro de Álex Vázquez abrió el capítulo de acercamientos. Antes de llegar a la hora de partido se produjo la acción polémica y que puede acabar siendo clave en la eliminatoria. El revulsivo Iñaki recuperó un balón en la medular y trazó un pase bombeado al espacio para Sylla, que fue derribado por Ramón fuera del área. La acción se saldó con amarilla, cuando por la situación –tenía el balón controlado aunque se fuese hacia la banda– pero incluso más la dureza de la entrada –con los tacos a la altura del tobillo–, era merecedora de expulsión. Esa falta supuso también la mejor ocasión arosista. El golpeo cerrado de Brais Pedreira al palo corto se le complicó con el bote al perdonado Ramón, quien aliado con la madera logró despejar a córner. También a balón parado llegó la respuesta ourensanista. Volvió a fallar Guisande –en fuera de juego– solo ante Táboas, que había rechazado un potente trallazo de Champi. La entrada en la reserva puso el freno a un epílogo en el que la UDO también quiso, pero no pudo.
