"Hay que dejar de ser anónimas y de conformarse"

Bodeguera y enóloga, María Falcón y Cris Yagüe pusieron en marcha en 2016 un proyecto vitivinícola en femenino. Anónimas Viticultoras ha pasado de 1.200 botellas a 33.000. Y sigue creciendo.

 María Falcón (Cambados, 1974) y Cris Yagüe (Madrid, 1974). SUSANA MILNES
photo_camera María Falcón (Cambados, 1974) y Cris Yagüe (Madrid, 1974). SUSANA MILNES

¿Cómo fue que coincidieron una enóloga de Madrid y una bodeguera de Cambados? 
María Falcón (MF): Nos conocimos en una cata de vinos.
Cristina Yagüe (CY): Yo había hecho el máster de Enología y Viticultura en la Politécnica de Madrid, después de estudiar Agrónomos y especializarme en Industrias Agroalimentarias, en concreto, en la parte de vino. Acabé instalándome en 2012 en Galicia, que era un territorio al que ya venía de vacaciones y me gustaba mucho. Pensé que por qué no convertir esto en un medio de vida. 
MF: En mi caso, todo esto me viene de tradición familiar. Mi familia tenía las bodegas Don Olegario. He mamado el mundo del vino desde cría y en él he hecho de todo. Porque las mujeres en Galicia hacemos de todo.

¿En esa cata de vinos nace ya la idea de Anónimas Viticultoras?
CY: En esa cata establecimos contacto y enseguida vimos que congeniábamos. Empezamos a trabajar en la bodega de la familia de María para hacer juntas un caíño. A esas alturas a mí ya me había atrapado esta variedad de uva y, a partir de ahí, empezamos.

Nos imaginamos todo lo que tuvieron que luchar las mujeres que fueron pioneras y eso nos inspira, nos da fuerza y nos infunde valor

Su proyecto conjunto se pone en marcha en 2016. 
MF: Sí, el primer vino que hicimos fue en 2016. Un rosado de caíño tinto, una propuesta muy atlántica que rompía un poco los moldes, porque el rosado se considera habitualmente un vino de chicas, suavecito, pero la variedad caíño es una variedad más vegetal, más potente, con acidez, muy mineral. Y rompimos moldes de verdad porque enseguida mucha gente se puso a hacerlo también.
MF: Fuimos pioneras. A nadie se le había ocurrido la idea de hacer un rosado de este tipo. No es un vino que se destilara en Galicia, pero nosotras pensamos que las variedades de tinto gallegas se adaptaban muy bien a esta elaboración. Y acertamos.

¿Cómo nace entonces exactamente Anónimas Viticultoras?
MF: Yo era gerente de la bodega de mi familia y eso me había llevado a ser muy consciente de que las mujeres en este mundo siempre habíamos estado en un segundo plano. Las mujeres, en general, estamos demasiadas veces en segundo plano. Había vivido esa invisibilidad cuando la gente entraba en la bodega preguntando por el jefe. El jefe era yo. Cuando conocí a Cris y vimos que teníamos los mismos valores fue cuando nos decidimos a hacer algo juntas. El nombre de Anónimas Viticultoras nace como un homenaje a todas esas mujeres no reconocidas por la sociedad. No solo en el mundo del vino, sino en general. Hoy te puedo decir que nos sentimos súper orgullosas de llamarnos así.
CY: El papel que ha jugado la mujer, en este y en otros muchos ámbitos, ha sido considerado secundario en demasiadas ocasiones. Nos han colocado detrás. Hay que dejar de ser anónimas, dejar de conformarse. Por eso es también que sacamos una línea de vinos, de parcelas más pequeñitas y especiales, dedicados una mujer. De la añada de 2022, el vino que estamos ahora a punto de etiquetar, el Pedramogueira, que es muy especial, elaborado y criado en ánfora, llevará el nombre de la gaiteira Aurea Rodríguez, una auténtica pionera que queremos homenajear. Nos imaginamos todo lo que tuvieron que luchar estas mujeres increíbles y eso es algo que nos inspira. Ellas nos dan fuerza, empuje, nos infunden valor y nos animan a pelear.

No hay nada mejor que trabajar en lo que te gusta. Para nosotras esto es un disfrute, una pasión

La gaiteira Aurea Rodríguez no es la primera a la que rinden homenaje en sus vinos. 
MF: La primera mujer que pusimos en una etiqueta fue mi abuela, una de esas mujeres anónimas que te decíamos que nos inspiran. Para mí es un referente absoluto. Empezó siendo mariscadora. Y era la que traía dinero a casa. Era conocida en Cambados como A Roxa, porque era pelirroja. 

Han involucrado en el proyecto a otras mujeres, como la diseñadora pontevedresa Ana Seoane. 
MF: Ana fue la primera que realizó nuestros diseños. La verdad es que estamos súper contentas con el trabajo que hizo a partir de la idea que había detrás de nuestros vinos Os Dunares. Desarrolló muy bien el diseño dándole continuidad al paisaje, introduciendo animales... Les dio mucha vida. Luego, para la línea de vinos especiales hemos contado con otra diseñadora, Laly Raya, que trabaja con otro tipo de conceptos. Es además la autora del logo de Anónimas Viticultoras, que nos encanta.
CY: Intentamos colaborar siempre que podemos con mujeres. De lo que se trata también es de ayudarnos entre nosotras. 

¿Forma parte del espíritu del proyecto de alguna manera?
CY: Eso es.

Aunque la sede del proyecto está en Vilagarcía y trabaja fundamentalmente con Rías Baixas, también están en la Ribeira Sacra.
MF: Sí. En 2018 nos ofrecieron allí una parcela muy chula. A partir de ese momento, la gente de la zona se fue enterando y llegaron otras oportunidades allí mismo que fuimos aprovechando.
CY: En ese territorio, donde es tan difícil trabajar debido a las características del terreno y donde muchos propietarios son mayores, nos ceden las viñas a cambio de mantenerlas operativas y de una parte del vino.

Empezaron con 1.200 botellas y hoy están en 33.000. ¿A qué aspiran ahora mismo Anónimas Viticultoras?
CY: Aspiramos a poder vivir de esto. Porque no hay nada mejor que trabajar en lo que te gusta. Para nosotras esto no es un trabajo, es un disfrute.
MF: Es una pasión.